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Al terminar el libro Instrumental, aun no sé si es un libro de autoayuda, un inventario de traumas, un manual de autolesión, una autobiografía, un ensayo sobre la dimensionalidad de la música clásica en actualidad o las divagaciones de un loco, pero tampoco me interesa tanto ponerle una etiqueta. James Rhodes nos promete que va a hablar de música, que no va a hablar de que lo violaron a los seis años, ni de que lo internaron en un psiquiátrico, mal muy mal, ni de que es drogadicto, alcohólico, suicida ni que su vida fue un desastre; pero por más de dos tercios del libro, hace exactamente eso. Leyendo estas desgarradoras páginas veo pasando frente a mí, pasajes de la vida de algunos seres con los que me he tropezado en la vida y la verdad es que me ha ayudado a entender mínimamente a esos seres, a echar un vistazo por una pequeña ventana a sus mentes y ni así he podido comprender la dimensión de los traumas personales, porque claro: son personales… pero si he comprendido que llegado cierto momento la responsabilidad es de la víctima que se niega a dejar de serlo. Me encanta la pasión con que James escribe de la música clásica, como ve a los personajes como seres humanos, con sus rarezas, virtudes y defectos pero por sobre todas las cosas con su genialidad y tuve tremendas ganas de acercarme a la música clásica por el camino que él señala. El mensaje que nos transmite es claro, la música clásica (a estas altura podríamos prescindir del término clásica y dejarlo en « música») salva. El autor ha logrado acercar un poco esta música a todos los públicos, no solo a los catedráticos y snobs. |
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