Papel y tinta

Estamos en el año 1908, nuestra protagonista es Elisa Montero, una chiquilla de siete años que es arrancada de su familia biológica, según los que lo hacen, por su bien. Dejará atrás a su padre y sus hermanos sin conocer el motivo y dejará su Extremadura natal para aterrizar en la capital, donde vivirá en casa de su tía, Manuela Montero. La vida que comenzará a vivir desde ese momento es muy diferente de lo que deja atrás. Va a vivir en un palacete con todas las comodidades que ella ni imaginaba que existían, a cambio se encontrará con que tiene que vivir con un sinnúmero de reglas estrictas que se le repetirán día a día. El trueque es una educación impecable y una vida cómoda y sin penurias, pero por otro lado no va a encontrar nada más que frialdad, reproches y ni una pizca de cariño. Su futuro está diseñado para que su apellido quede en un alto pabellón gracias a una boda de postín. El único amor incondicional que recibirá será de doña Pilar, la mujer que designa su tía para su servicio.

Pero Elisa no es solo una moneda de cambio, poco a poco irá desarrollando su personalidad en la que la libertad y las letras serán su objetivo. Para ello no dudará en saltarse las reglas que le han sido impuestas y conseguirá salir de la cárcel de cristal que le ha construido su estricta tía. Cuando Manuela decide compartir no solo los libros que hay en la inmensa biblioteca sino también los periódicos, Elisa encontrará el que desea que sea su futuro. Quiere ser periodista, algo totalmente impensable desde el punto de vista de su tía, una mujer no debe trabajar, solo debe estar orientada al matrimonio.

Con alguna triquiñuela consigue entrar como ayudante en el periódico El Demócrata de Madrid nada remunerado, de nuevo impensable; una mujer no puede trabajar y menos en la alta burguesía, pero sí es admitido como un divertimento o una ayuda. Trabajando allí para don Ernesto, el dueño del periódico ayudando con papeles y archivos, se dará cuenta de que esa es la vida que quiere y elucubrará con sus amigas de qué forma puede entrar en ese mundo masculino prohibido. Catalina Folch que vive en la residencia de estudiantes y tiene mucha más libertad, apoyará sin fisuras a Elisa, sin embargo, Benedetta será la voz de Pepito Grillo de la sociedad burguesa estandarizada.

Cuando Elisa tiene su puesta de largo ampliamente diseñada por su tía para conseguir un buen marido, tiene la suerte de conocer a un hombre que la valora y que ella piensa que uniéndose a él en matrimonio gozará de una mayor libertad. Sabrá por primera vez lo que es el amor y el cariño de manos de Francisco de las Heras y Rosales, un banquero apuesto y ambicioso que viaja continuamente intentando expandir su negocio en unos años bastante convulsos tanto en lo político como en lo económico. Su compromiso con él le aportará libertad, dados sus numerosos viajes, justo lo que ella buscaba. El problema aparecerá cuando haya que darle forma a la boda. Las dos familias harán de Elisa una muñeca sin voluntad con la que jugarán una y otra vez.

La aparición de don Pedro Liébana, aparte de los inconvenientes que trae su persona y la relación con el periódico donde trabaja Elisa, le aportará otra forma de ver la vida y la sociedad, confirmará una vez más que la desigualdad entre hombres y mujeres en la España de aquella época cambiante. Y su mundo se irá al traste con la aparición de Olivier Pascal, marcado por un secreto, que trae aires de libertad de allende nuestras fronteras. Su trabajo como corresponsal de le Figaró le ha permitido estar a la vanguardia de numerosos conflictos e hitos históricos, algo que fascinará a Elisa y le hará replantearse los cimientos de su vida.

La narración en primera persona por parte de la propia Elisa es la que nos va a proporcionar ese duelo intenso entre el deber y el querer que ella va a sufrir durante años, el miedo y la astucia, la perseverancia, el tesón y la cobardía que va sintiendo en su día a día cuando va notando que los sueños poco tienen que ver con la realidad.

La aportación histórica es intensa e interesante ya que se nota que la autora ha tenido una gran actividad investigadora. Conoceremos la realidad de a pie de la sociedad de comienzos del siglo XX. La miseria, el paro, el hartazgo de la gente de una forma de gobernar alternante entre unos partidos fuertemente enfrentados. La lucha por el voto de las clases desfavorecidas, y ya no digamos la imposibilidad del voto de la mujer que es solo una adosada del hombre sin libertad de decisión en un entorno totalmente patriarcal.
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