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Me sorprende la insistencia de muchos escritores en estirar y estirar chicles que se han quedado ya descoloridos y sin sabor. La celebérrima trilogía del Baztán que firmó Dolores Redondo en la década pasada adolece, precisamente, de esa limitación. Los misteriosos casos que Amaia Salazar ha tenido que ir resolviendo página a página, año a año, han ido perdiendo fuerza y ganando previsibilidad. "Ofrenda a la tormenta" es el libro que cierra (o cerraba, después de la publicación en 2019 de la precuela "La cara norte del corazón") la saga del Baztán. La sensación que me inunda a medida que avanzo en la trama de este tercer título es poco apasionante. Paso páginas por rutina y con poco entusiasmo. No me aburro, pero tampoco me emociono. Como lector de novela policiaca, me gusta hacer pocos esfuerzos para saber quien es el "asesino", me gusta llevarme sorpresas. Ese "wow"... Pero una cosa es que, según voy leyendo, elabore mi lista de sospechosos, como no podía ser menos, y otra muy distinta que me deje el cerebro en investigar como si fuera la propia Salazar. En este caso, a las pocas páginas de haber empezado "Ofrenda a la tormenta", la sospecha de la identidad del culpable empieza a ser cada vez más palpable y evidente, y en esta modalidad de novela policiaca, eso es una falla grande. Me cuesta creer que la larga lista de lectores entusiastas de Redondo y de esta trilogía se hayan sorprendido con el desenlace final de este tercer libro. A partir de ahí, sigues pasando página porque tu decencia lectora no te permite dejar una trilogía sin acabar por dejación en el tercer título, aunque ganas no te hayan faltado. Quizá, si no hubiera acabado el segundo... Pero una vez que llegas a la entrega final, ¿qué vas a hacer? Conozco lectores que habrían dejado a medias su lectura sin pudor alguno, pero yo, que superé hace tiempo el cargo de conciencia por no acabar un libro que no me está gustando, no soy capaz de dar el paso adelante cuando estoy metido en la lectura de una saga. Si leo dos de tres, malamente obviaré en algún momento la lectura del tercero. Nadie es perfecto. Dolores Redondo escribe bien, incluso a veces muy bien, pero es capaz de alternar párrafos y páginas excelentes con otros dignos de un escritor amateur; combina descripciones y reflexiones brillantes con diálogos o situaciones inaceptables, cuando no bochornosas; desarrolla y profundiza en personajes y casos para luego, resolver el asunto de turno con un par de líneas. No deja de sorprenderme lo irregular de su estilo, capaz de lo mejor y lo peor separado apenas por unas páginas. Y por supuesto, quedan incógnitas de menor calado sin resolver, misterios que no precisan de una cuarta parte y que quedarán sumidos en la oscuridad del papel virginal. No quiero dar pistas con personajes, situaciones o momentos que cojean notablemente, que hoy día un "spoiler" está muy mal visto, pero después de las 540 páginas de "Ofrenda a la tormenta" y las 1.500 de la saga en total, algunos personajes merecían otro trato y algunas tramas o subtramas, también. "Ofrenda a la tormenta" me ha dejado esa sensación de "deja vu" que me ha pasado con otras sagas (de libros, de películas...). Es una novela entretenida sin más, a la que se le podían haber purgado 150 ó 200 páginas sin demasiado esfuerzo. Pero sobre todo, me queda en el aire una reflexión final. ¿La historia del Baztán y de Amaia Salazar necesitaba tres libros y millar y medio de páginas? Según lo visto por las ventas de la Trilogía y la opinión generalizada y entusiasta de sus lectores, sí que lo era. En mi caso, lamento discrepar con la mayoría. |
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