Los privilegios del ángel

Si hubiera efectuado una lectura ciega, es decir, sin saber el nombre del autor, jamás pensaría que esta novela ha sido escrita por Dolores Redondo.

El texto es absolutamente desequilibrado, el maridaje de una prosa rotundamente oscura, preciosa pero, en exceso recargada, que se retuerce en el dolor como Peppa Pig en el barro y la narrativa sencilla, serena hasta el ronquido con baba no empastan bien.

Argumentalmente también encontramos velocidad y tocino, o para los más gourmet, foie du morcille avec mermelade de algarrobe.
Hay fragmentos que ahí están y nadie sabe muy bien para que.

Vamos, en cuanto a técnica, un espanto y sin embargo, estoy convencido de que le añades 4 palabras en francés y 2 calles de París y Anagrama te lo edita como esencial compacto. Muñeco de barro.( ¡oh, que ataque más gratuito!)))

Peroooooooo...la historia es buena. En sus primeros párrafos su lenguaje estalla en tu cabeza, y se perfila un relato duro ( que lo es) y una Celeste que se autodestruye desde la exquisitez de la palabra.

Un espejismo narrativo, que se nos vendrá abajo con las dos voces, que aun siendo necesarias y con buen criterio en su aplicación, como ya he dicho, no terminan de encajar.

La novela es prácticamente un monólogo gris, que nos paseará por la oscuridad y el placer de sentirla del personaje principal. Cierto que su vida es dura en extremo, sus circunstancias muy especiales, y que Redondo sabe plasmar ese goce de su desgracia, pero tanta autodestrucción se hace difícil de digerir.

Con sus cosas buenas y sus no tan loables, se me antoja una novela más, prescindible, con algún toque de genialidad soterrado en los excesos.