Creo que por más que lo intente no voy a poder ser objetiva con esta autora, porque sin duda desde hace tiempo me tiene encandilada con su prosa, sus descripciones y sus personajes. Se que muchos sois detractores de Amaya Salazar, pero personalmente me encanta. Pero bueno, no estoy aquí para hablar de Amaya si no para presentaros a Noah, un policía escocés obsesionado desde hace tiempo con encontrar a John Biblia, un asesino en serie que asoló Glasgow a finales de los sesenta. Porque sí, Biblia fue un asesino real y este libro está basado en parte de su historia y digo basado porque a Biblia nunca le descubrieron. Dolores propone una posible historia para este asesino. Sin duda esto es controvertido ya que no a todo el mundo le gusta que se hable de casos reales en una novela, pero aquí contamos un poco con el desconocimiento de este caso. Esta historia es diferente a todo lo que ha escrito la autora, es una novela que se va cociendo a fuego lento, que te va sumergiendo en los paisajes primero de Glasgow y más tarde de Bilbao para hacerte sentir como la humedad te cala los huesos. Es un viaje a los ochenta con sus menciones a cosas de la época como las canciones de Mocedades, un Ramón García locutor poco conocido o las cabinas de teléfono, esas jaulas que se usaban cuando no había móviles. Porque sí, jóvenes lectores, ¡No había móviles! 😉 Es un libro de sentir personajes y digo sentir porque llegas a vivir en la piel de algunos de ellos, a emocionarte, a “dolerte” a sufrir. Grandes personajes cruzan sus vidas a lo largo de esta investigación: Noah, Rafa, Maite, Mikel…. El libro está bien documentado, en un punto me sorprendido que la autora se fuera a meter en jardines como el conflicto vasco, pero creo que lo trató con delicadeza contándolos a través de los ojos de un escocés en tierras vascas y un joven Eztzaina, idealista y con ganas de cuidar de los suyos. Es un libro que va de menos a más para finalizar con un desenlace más que correcto, con algún giro que te deja el corazón en un puño y todos los hilos bien atados. Tuve la suerte de leerlo en muy buena compañía y con el privilegio de contar con una persona que nos iba aclarando algunos temas que surgieron durante la lectura. |