El cielo llora por mí

El cielo llora por mí (2008) me ha encantado porque se lee fácil y los personajes son enjundiosos, apabullantes de humanidad sobre un fondo alusivo permanente hacia la guerra sandinista y una descripción impresionante de la ciudad de Managua y de sus múltiples problemas. El lenguaje de la novela es llano y cotidiano, muy coloquial; algunos diálogos son muy sabrosos y pueden resultar por momentos, muy divertidos. Es una novela policial y el mejor vehículo para denunciar los vicios de la sociedad nicaragüense actual, como un espejo que muestra sus peores defectos con la impotencia de las instituciones para velar sobre el ciudadano. Hay un buen retrato de la Policía local y su lucha contra el narcotráfico.

Resumiendo, todo gira en torno al narcotráfico y a sus múltiples ramificaciones. de ello resulta una corrupción generalizada y una violencia inaudita de cada día.

Dolores Morales es un inspector de Policía que investiga la muerte de una mujer joven; es secundado por un antiguo camarada de la revolución sandinista, el subinspector Lord Dixon. El par se conoce bien y nos dan los mejores diálogos del libro. En general la gente se conoce por los apodos, más que por los nombres de pila y esos apodos son de lo más curiosos y divertidos. Por ejemplo, Lord Dixon piensa que Dolores Morales debería llamarse todo lo contrario, Placeres Físicos, porque su vicio más visible era el de las mujeres.

Los otros personajes son esperpénticos, pero tan graciosos e inesperados. Por ejemplo Doña Sofía, una mujer del aseo en el cuartel de Policía aunque ex guerrillera, camarada de Morales, una evangélica y sandinista a muerte, pero es mucho más avispada que el inspector e investiga por su cuenta tomando riesgos increíbles. Otros personajes truculentos e inolvidables son La Monja (hoy segunda jefa de la Policía Nacional, ex guerrillera y verdadera monja), la Fanny la amante casada de Morales, el doctor Cabistán alias Giggo, el abogado de los narcos, Caupolicán el traidor patentado, Black Bull el esbirro, etc, etc.

Con el pretexto de indagar una desaparición, las cosas se irán complicando hasta el clímax final y entretanto el escritor habrá hecho una estupenda sinópsis de casi todos los problemas de Nicaragua, la droga situándose en un primer plano con la consecuente corrupción a todos los niveles. "Cuando un botín se les confiscaba a los narcotraficantes, cuando era dinero en efectivo, se depositaba en una cuenta bancaria, y luego de terminado el juicio se repartía por partes iguales entre la Fiscalía, la Corte Suprema, y la Dirección de Investigación de Drogas".
Pero Sergio Ramírez también aborda otros problemas como por ejemplo las manifestaciones callejeras del personal de salud, o las protestas de los "obreros bananeros víctimas del Nemagón, un plaguicida que había dejado a legiones de ellos estériles, o insomnes para siempre, o víctimas de enfermedades malignas que habían vuelto de hule sus huesos, mientras sus mujeres parían niños ciegos, paralíticos o deformes…"

La explicación del título la tenemos página 273, cuando Lord Dixon le contesta a Morales » No me voy a poner a llorar. El cielo llora por mí » porque llovía torrencialmente en ese momento.
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Pues me ha gustado tanto esta novela, que he ido a por la siguiente de la serie nada más acabar esta. Lo que no entiendo es que unos personajes tan fabulosos hayan estado diez años en el limbo sin volver a ver la luz.
Por cierto, cuando un autor le pone de nombre a su personaje principal, Dolores Morales, ya nos cuenta mucho de cómo es su sentido del humor