El año que nevó en Valencia

Este breve, pero intenso librito forma parte de la recuperada colección “cuadernos anagrama” bajo el nombre “nuevos cuadernos anagrama”, que se dedica a recoger textos de escritores o pensadores reconocidos, por lo que podemos encontrar ficción, ensayo, evocación… En este caso nos encontramos con un pequeño texto autobiográfico del escritor español Rafael Chirbes, fallecido recientemente en 2015. Chirbes es un autor que ha sido frecuentemente publicado por Anagrama y es interesante cómo la editorial ha recogido aquí otra vertiente del escritor.
Si bien nos encontramos apenas 48 escasas páginas para saborear la siempre certera pluma de Chirbes (que, por cierto, ganó el Premio de la Crítica en dos ocasiones: en 2007 y en 2014), la intensidad del relato compensa la limitación de su formato. No es una comparación que se hace a la ligera cuando se dice que Rafael Chribes ha sido el Galdós del siglo XX y es que su prosa es tremendamente galdosiana desde el momento en que te enreda con dulzura en la descripción de la realidad cotidiana, es el realismo puro y duro, la esencia de la vida.
Ahora bien, aunque Chirbes evoque en varias ocasiones a la pluma de Galdós consigue distanciarse perfectamente del autor decimonónico y tener un estilo característico, mucho más memorialístico, coloquial, intimista y con cierto aire oral que recuerda a la tradición literaria española, al cuenta-cuentos que deja embelesado al público con solo despegar los labios. Sin duda, el mayor punto positivo de este pequeño libro es la capacidad narrativa de Chirbes.
En cuanto al contenido, la verdad es que se reduce básicamente a lo que dice en la sinopsis, pero el grueso, la importancia de este texto reside en su manera de trasmitirle este contenido al lector desde una perespectiva del Chirbes adulto recordando a la imagen de sí mismo en la niñez. Lo importante es todo lo que aparece velado, la nostalgia y la melancolía que recorren todo el texto circunvalando el tema clave; las despedidas, el sentimiento de abandono, la soledad y la guerra, sobre todo la guerra.
Chirbes ha sido siempre un autor muy preocupado narrativa y socialmente por la Guerra Civil española y en este texto, anclado cronológicamente en el 56 (17 años después de que acabara la guerra), se hace patente de una forma muy sutil, que acompaña al lector en su indagación sobre qué significaba la guerra para un niño de esa edad, en qué repercutía y, más interesante, ¿de verdad se había acabado esa guerra? Es muy importante entender el contexto de la España de los 50 que acababa de salir de la guerra para entrar en una dolorosa posguerra bajo el mandato de un dictador, por lo tanto, estas impresiones infantiles sobre la continuidad de la mala condición de vida, del daño que la guerra había provocado sobre la población en España son muy vagas, pero potentes, por una parte por su inocencia, por otra porque ese niño no había conocido otra cosa y de ese modo se da una visión casi inherente del conflicto bélico.

En fin, un texto maravilloso que creo que se disfruta muchísimo más conociendo con antelación la obra novelística de Chirbes (algunos títulos interesantes son Crematorio, La buena letra, La larga marcha...), pero que también puede conseguir que nuevos lectores se interesen por su narrativa. Sin duda, muy recomendable.
*Agradecimientos a Anagrama y a Babelio por el ejemplar.