Los abismos

Los abismos es una novela, localizada en la colombiana Cali, que muestra una de las realidades menos verbalizadas por la sociedad: la de las obsesiones, a veces peligrosas, que generan nuestros hijos. La narradora de esta historia es Claudia, quien, desde su ingenuidad y la mirada limpia de los ocho años, nos cuenta cuanto sucede ―o cuanto ella interpreta que sucede― a su alrededor. Por un lado, están los acontecimientos cotidianos, pero por otro están aquellos sucesos inesperados que nadie quiere explicarle y que ella descifra a su manera. La tendencia a la depresión y el alcoholismo de su madre, las normas sociales determinadas por el patriarcado y las infidelidades matrimoniales no quebrarán el mundo de Claudia con la misma intensidad que la certeza de que el amor de los padres no es inquebrantable y de que la felicidad es un estado que puede desaparecer con una rapidez pasmosa.
Nadie explica a Claudia lo que se oculta tras las
emociones que empieza a detectar en los adultos y, en consecuencia, nadie le explica tampoco lo que ella misma, como niña de ocho años que ya es, comienza a sentir en su interior: miedo. Pero no se trata de un miedo a los monstruos ni a la oscuridad ni a ninguna de esas situaciones que suelen angustiar a los niños, sino de algo mucho peor: un miedo a los propios pensamientos.
Todas las mujeres que aparecen en Los abismos llevan una vida que no acaba de satisfacerlas. Todas, menos Claudia, que todavía es demasiado pequeña para comprender que el mundo es un lugar construido por los hombres. Aun así, incluso ella empieza a intuirlo. Y es que sólo tiene que mirar a su alrededor o repasar la historia familiar para descubrir que no hay ni una sola mujer en su árbol genealógico que no tuviera que renunciar a sus sueños.

Pensé en darle dos estrellas, pero siento que tres es lo correcto porque la narrativa me engancho y al comienzo, la historia tiene un buen arranque. Pero el final, no entendí nada. Se entiende que la historia al estar a través de los ojos de una niña, puede ser interpretada de otra manera, pero durante todo el libro Claudia es una niña con voz de veinteañera. A veces olvidaba que la que contaba la historia era una niña de entre 8/10 años.

Si, desde el inicio la historia me atrapó, tiene una narrativa en primera persona fluida y ligera que hace que la lectura sea rápida y amena. A lo largo de la historia van ocurriendo cosas que mantienen al lector perdido en sus páginas. Y siempre está ese aura de que algo trágico va a ocurrir, pero nunca ocurre y creo que ahí fue donde la historia comenzó a desinflarse para mi.

Esta entretenido, ame la pluma de Pilar, pero no diría que es el mejor libro que he leído. La madre de Claudia no evoluciona, y aunque de forma superficial se toca el tema de la depresión, o nosotros como lectores, podemos ver que ese es el problema en la trama, el sentir que la madre no evolucionará ni hiciera nada realmente, no me convenció de nada. Pase todo el libro esperando que cambiara, que huyera, o muriera, y nada ocurre.

Y aunque durante todo el libro se siente la tensión de que algo ocurrirá, el final me dejo mal sabor de boca, pues realmente nada ocurre.

Con esta novela Pilar nos convida a tomar de la mano a Claudia, la hija, y al hacerlo perdemos la noción del tiempo, no solo por regresarnos a los años 80¨s en Cali, con los lugares descritos, con los programas de televisión mencionados o las revistas leídas por Claudia, la mamá, también porque la lectura del texto es tan placentera y absorbente a pesar de su crudeza, que no nos damos cuenta del paso de nuestro tiempo y como aclara el día a la par con la llegada del fin de sus páginas.
Manteniendo ese rango distintivo en el que la autora denuncia y reclama las limitaciones claras que el machismo de nuestra sociedad le ha impuesto a las mujeres, al imponerles matrimonios arreglados o apresurados que rompen el paso de la niñez a la adolescencia, las frustraciones personales al tener que realizar sus vidas bajo el mandato de un padre o un esposo, contrasta estos gritos con la creación de personajes femeninos con amplias zonas grises, dibujando mujeres llenas de conflictos con lo que se supone es innato en ellas, o que por lo menos la sociedad lo considera así.
Así podemos conocer a la abuela de Claudia en abierta desconexión con su maternidad, rasgo que es heredado a Claudia, la mamá, y elemento recurrente en varios de los personajes del libro, que nos permiten conocer los vacíos que la mujer puede ocultar en su intimidad frente a una maternidad obligada, o, aunque deseada no logre llenar las expectativas de ese mismo anhelo. Con la tía paterna de la protagonista recorremos el camino de la mujer madura solitaria, que se encuentra visiblemente a gusto con su estado, pero que por un mínimo de afecto puede transformar todo su entorno.
Los personajes masculinos tienden a ser un poco más arquetípicos, trabajadores pero desentendidos, buenos proveedores pero de poco atractivo físico e intelectual, narcisistas y aprovechados, aventureros y atractivos pero inconvenientes, algunos de ellos cargados también de dolor y angustia muy bien camuflada en la rigurosidad de la cotidianidad.
Los abismos es una novela tan bien escrita e hilada que todos estos componentes son solo la primera capa, la de la belleza, la que la misma historia va rasgando para ver la fealdad o el dolor del vivir, de la mano de Claudia nos paramos en el segundo piso de su apartamento para contemplar la selva, o al lado de la cerca para contemplar el abismo y dejar que el abismo nos mire a los ojos, para comprender así el dolor y la ruptura en una niña testigo de la infidelidad, consciente de los muertos de sus padres, que carga la culpa de no ser tan hermosa como su mamá, de llevar su mismo nombre y a su vez cargar con muchos de sus rasgos, aunque sea ella mucho mas inteligente que su tocaya.
Es una novela atrapante, cargada de soledad, de duelos, de miedos, de búsqueda y de luchas internas de cada uno de sus personajes para evitar que se vea la grieta por lo que todo empieza a caerse, pero que es mejor disimular pues las apariencias sociales son prioridad.
Así como caminamos de la mano del Claudia para atestiguar su vida y evocamos nuestras grietas, también así en la descripción de los miedos que la llevan a ella a perder su tótem mas preciado, evocamos esa narrativa de Caicedo, esa creación del gótico tropical retratada tan bellamente en su Noche sin fortuna.

Tenía mucha curiosidad por esta novela de Pilar Quintana, y la verdad es que no me ha decepcionado. Es cierto que mientras la estaba leyendo tenía la sensación de que a la historia le faltaba terminar de explotar, pero ahora, pasados unos días, voy viendo el poso que me ha dejado y la verdad es que me ha encantado. Me parece una novela que deja muchas reflexiones en el aire, que te deja con un run run en la cabeza hasta mucho después de la lectura.

En "Los abismos" seguimos a Claudia, una niña de ocho años que mira al mundo de sus padres con sus ojos inocentes, sin entender muy bien lo que sucede a su alrededor. Su madre y ella pasan las horas en una casa llena de plantas, que parece casi una selva. Una casa que parece un refugio, pero que más bien en un espacio que oprime, que ahoga. La selva protege a la madre de Claudia de lo que hay afuera, pero, a su vez, le va quitando poco a poco el oxígeno con el que sobrevivir. La selva impide ver el abismo que hay en el centro mismo de la familia.

En esta novela, Pilar Quintana explora un mundo femenino lleno de grietas que terminan por transformarse en abismos insalvables. A través de la mirada de Claudia, vamos entendiendo lo que le sucede a su madre y a otras mujeres de su alrededor, que parecen enfrentarse a esos abismos sin apenas herramientas, que deciden hundirse en ellos como única manera de escapar de la realidad que las oprime. Mujeres que desaparecen, que fallecen en extraños accidentes, que caen, que colapsan. Y, mientras tanto, su madre, que se va apagando, que se siente encerrada en una vida que no da más de sí.

Me ha gustado mucho cómo Quintana utiliza el personaje de la niña para ir contando las cosas poco a poco, insinuándolas mientras la niña va intentando comprenderlas. Y me ha parecido muy interesante como la (s) casa (s) adquieren protagonismo, como si fuesen un personaje más de la novela. Cómo se construyen como espacios con vida propia que van ahogando poco a poco a la madre, y, por consiguiente, a la niña.

Pilar Quintana, 2021
Premio Alfaguara de novela

Claudia nos cuenta desde su mirada infantil como ve el mundo de los adultos. Un mundo que a veces no entiende y otras veces entiende más de lo que debería. Una niña que se está despidiendo de su infancia llena de miedos. Porque en su pequeño círculo familiar se empiezan a abrir abismos que la aterrorizan. Rodeada de unos adultos que no se entienden, que no la escuchan, que no la atienden y ella en su soledad, recomponiendo en su cabeza todo lo que observa, queriendo huir de esa realidad. Reconstruyendo lo que escucha, interpretando los silencios, acercándose al abismo. Y una habitación llena de plantas es su único refugio, porque esas plantas la acarician, la abrazan, la protegen y ahí se siente segura.

Ambientada en Cali, ciudad colombiana, en los años 80, podemos encontrar muchas referencias sobre la vida de los famosos aparecida en las revistas de la época. Y en esas vidas, también sus muertes. El suicidio será un descubrimiento para Claudia y empezará a formar parte de sus fantasmas. La relación en crisis de sus padres, la depresión y el alcoholismo se unirán a sus miedos. Y esos fantasmas la perseguirán llevándola al límite del abismo.

Con estas premisas y la buena prensa que tiene este libro lo empecé a leer con altas expectativas, pero estas no se cumplieron. Las novelas desde la mirada inocente de un niño siempre me resultan muy interesantes, pero esta vez no fue así. Entonces, ¿qué falló? Supongo que la forma en cómo está escrita, a lo mejor unos personajes poco trabajados, quizás porque el lector está todo el rato al borde de ese abismo, pensando que de un momento a otro va a pasar algo, va a dar un giro, pero no pasa nada. Seguramente porque tiene todos los elementos para emocionar, para tocar la fibra y conmigo no lo ha conseguido. Sólo me ha llegado en un par de momentos y ya está. Quizás porqué hubiera podido profundizar en muchos temas y se queda a medias.