La casa de las magnolias

"La casa de las magnolias" es de esas novelas que me enamoran por su portada. Después, su sinopsis me atrapa y no puedo evitar adentrarme en sus páginas. Pero en esta ocasión, la historia no me ha acabado de convencer del todo.

Quizá no hubiese sido el momento de leer esta novela, o quizá mis expectativas tras leer la sinopsis eran muy altas. Pero lo cierto, es que, a pesar de que "solo" contiene 436 páginas, en algunas partes me han sobrado páginas.

Me está resultando muy difícil ordenar lo que he sentido mientras leía "La casa de las magnolias", y también tras su lectura, y quizá se deba al pequeño "caos" que he sentido mientras leía la novela. En algunas partes, se cambiaba el narrador y no se sabía hasta que "pasada" o se "decía" algo concreto que nos daba esa pista, de saber quién lo narraba. Así que por momentos me he sentido desubicada en la historia y eso ha provocado que no me sintiese parte de ella.

Vaya por delante, que lo primero que he de decir, es que la historia me ha parecido preciosa y entrañable y con unos personajes muy bien delineados y con poder dentro de la historia.

La maldad que destila el personaje de Cristina ha conseguido ponerme los pelos de punta en más de una ocasión. La inocencia de Aurora y el amor juvenil entre ella y Leonard me ha parecido muy tierno. Pero otros personajes, como Luis, o Isabel, me han chirriado un poco, al igual que algunas de las actitudes de otros. No sabría decir bien, pero hay algo que no me ha terminado de encajar del todo.

La historia entretiene, para pasar unas tardes tranquilas o leer antes de dormir está muy bien, de esas historias en las que no es necesario pensar mucho mientras se están leyendo. No es una historia que me haya cautivado ni dejado con la boca abierta. La historia en muchos aspectos me ha parecido predecible, he ido adivinando los movimientos que la autora iba a realizar, y por ende, la lectura de todo lo ocurrido hasta llegar a ello me ha resultado densa. Me ha faltado una pequeña chispa que me mantuviese la intriga. Me ha dado mucha rabia, por que, repito, la historia es preciosa, pero no me ha llegado a calar. Además, en algunos aspectos me ha parecido un tanto repetitiva, daba la sensación de que la historia no avanzaba por mucho que supuestamente pasaba el tiempo.

Creo que todo ello se debe a la manera de narrar de la autora o la manera en que ha decidido jugar con los dos tiempos en los que transcurre la historia. 1924 y 1992. Pero también al espacio tiempo que menciona referente a algunos lugares.

Vivo en Cantabria y he nacido en Cantabria, y para mí fue una sorpresa encontrar que la historia se ambientaba aquí, más concretamente en Santilla del Mar, ya que no lo indicaba en ningún lugar. Quizá por eso me han chocado tanto algunos detalles. Por ejemplo, viajar desde Santilla del Mar a Comillas, es como que hay un abismo de distancia, supone un suplicio para los personajes, y me refiero a 1992. Yo he hecho ese viaje en numerosas ocasiones, por carretera comarcal, y no es tan suplicio como pretende ser en el libro. Otro apunte, sería la situación personal de la protagonista, referente a sus viajes de Santander a Santilla del Mar por la situación sentimental y laboral. Quizá la autora lo ha querido enfocar más como "incordio" o "perdida de tiempo", al hacer los viajes en coche, pero por algo personal de la protagonista o de la unión con la madre y el pueblo. Pero lo cierto, es que en la tierruca, siempre ha sido habitual esos desplazamientos, de un pueblo a otro, o a la capital, por motivos laborales y de familia, es algo que por la geografía de Cantabria sus habitantes hemos tenido que asumir y que tenemos arraigado desde siempre, pero que no es tan extremista como lo plantea en la historia. Obviamente en 1924, en carruaje y por los caminos que plantea la autora, pues es diferente, pero en lo referente a 1992, no estoy del todo de acuerdo con el planteamiento que se le ha dado, que en ocasiones parece que el personaje tiene que estar todo el día de viaje. En los agradecimientos la autora menciona un viaje a Cantabria, en donde encontró la inspiración para la novela. Desde aquí la invito a que vuelva, pero que también se deje empapar por las historias de los vecinos, de diferentes edades, tanto de pueblos como de capital, que le puedan dar ese toque personal de la tierra que creo que le falta a la historia y a los personajes. Que de verdad, las distancias no son tan abismales como se deja ver en la historia, en mi infancia, allá por 1992, lo normal era echar la tarde en casa de un familiar en un pueblo, o ir de paseo en familia, y se iba y se volvía en la misma tarde y daba tiempo de sobra a echar un paseo bien majete.