Por un beso

No os voy a decir que es una historia preciosa ni que me encanta la pluma de la autora. de estas palabras voy más que sobrada, pero, en cambio, sí que quiero contaros una pequeña, pequeñísima anécdota.  El fin de semana pasado, el sábado para ser más concretos, pensé en empezar este libro. Mi plan, fríamente orquestado, consistía en leer unas cincuenta páginas y luego ver alguna serie en Neflix. Y lo hice, vamos, me refiero a leer las cincuenta páginas. Es más, cuando quise darme cuenta ya llevaba unas ciento noventa páginas leídas...

Pero vamos a ver, ¿está mujer, la Quinn, qué le hecha a sus novelas para que sean tan adictivas?  ¿Tiene en un pote de estos de pimienta, polvos mágicos con los que sazonar sus historias o recita algún hechizo en las noches de luna llena? ¿Baila en el patio de su casa, descalza mientras llueve? ¿Enciende una vela para después quemar un trozo de papel en su llama?  Señora Quinn, (Julia para los amigos), vamos a ver, un poquito de compasión para los lectores; que no sólo me leí de una sentada unas doscientas hojas, sino que al día siguiente terminé el libro. Entienda que esto no hay monedero que lo aguante! Pero, espera, que aquí no se acaba el drama, claro que no, faltaría más, porque, después de leerme en dos días este libro me entró la necesititis de leer el último libro de la saga!

Gracias a Dios que éste ya lo tenía en casa, que sino, no sé qué hubiera sido capaz de hacer...