El duque y yo

Me temo que entiendes muchas cosas -dijo ella-, pero que ignoras la mitad, como mínimo.

Se habían convertido en la mejor compañía para el otro, compartiendo desde largos silencios hasta la más divertida de las conversaciones.

Pero cualquier sueño quedaba en nada comparado con la realidad.

La rodeó con una mano y la sujetó mientras la tendía en la cama. Daphne sintió que se quedaba sin respiración cuando se perdió en sus ojos azules. Cuando uno estaba tendido, el mundo parecía distinto. Más oscuro y peligroso. Y muy emocionante porque Simon estaba encima de ella, acaparando toda su visión.

Y, en ese momento, cuando él redujo la distancia entre ellos, se convirtió en todo su mundo.

—Todo lo que quiero eres tú —dijo ella—. No necesito el mundo, solo tu amor.

—Este no es un niño cualquiera —le dijo el panadero al herrero.

La gente del pueblo sabía reconocer la fuerza pero, ante todo, sabía reconocer la rabia. Y todos sabían que, de las dos cosas, la segunda era realmente mortal

Decir que los hombres son tercos como mulas sería insultar a las mulas.

Nunca antes había creído que fuera posible sonreír cuando uno estaba a punto de morir por falta de oxígeno.