InicioMis librosAñadir libros
Descubrir
LibrosAutoresLectoresCríticasCitasListasTest
>

Crítica de Ferrer


Ferrer
07 January 2021
Lector en Gallimard, alumno de Lévinas, admirador del jansenista Pierre Nicole, influido por los excelsos oulipos Georges Perec y Raymond Queneau, el francés Pascal Quignard (n. 1948) concibe la novela como “la narración que no argumenta” y lleva a cabo en su escritura el principio de fragmentación, que ya desarrollara brillantemente su compatriota Perec en La vida, instrucciones de uso (1978), mediante una discontinuidad no determinada. La editorial mexicana Sexto Piso publica Las lágrimas, un libro alejado de la literatura de evasión predominante y compuesto por suites narrativas barrocas con resonancias internas.
Lejos queda la primera incursión del normando Quignard en el mercado editorial español con La lección de música, publicada a finales de los ochenta. Después llegan en narrativa El salón de Wurtemberg (Premio Fémina), Las escaleras de Chambord, Todas las mañanas del mundo (1995), que cuenta con versión cinematográfica, Vida secreta (1997) donde destila influencias de Yourcenar, y en 2002 Las sombras errantes, que recibe el prestigioso Premio Gouncourt y posibilita que su obra inédita de los años ochenta y noventa se dé a conocer en castellano en mayor medida, aunque alejada de los grandes grupos editoriales. Su compendio Pequeños tratados (2017) revitaliza el género breve a la manera de Marcel Schwob.
La vida de los gemelos Nithard y Hartnid en la Europa medieval (otro tiempo, otro lugar, pero idéntico palpitar) es el engarce del hecho narrativo, la fluencia que discurre desde la ambigüedad de lo real a la incertidumbre y la indagación en mundos históricos. Quignard seduce al lector a fuego lento (magistral el inicio del capítulo III) y cincela la frase con un melifluo trazo ágil de apariencia caprichosa, de ceremonia de la confusión, pero el escritor francés no despilfarra la palabra. Hay en su narrativa, alejada de la retórica especulativa, un sensible gusto por la meditación, por generar fascinación e interrogantes en el lector a pesar del gabinete de curiosidades, de esa literatura del detalle de los personajes menores donde reina la elipsis y la polifonía y la palabra es el punto de apoyo en el abismo.
El lector debe discernir por sí mismo cada página, cada tesela de un mosaico literario de primer orden, donde hay que leer las palabras para trascenderlas y en eso reside su fascinación, en lo que camufla tras cada párrafo, así como en la magistral disposición y construcción de las oraciones, porque nos hallamos ante un libro de único aliento, integrado por relatos engarzados como cuentas de un juego de abalorios, que explica el presente y alumbra el pasado. Un diálogo entre el ser y el pensamiento del que surge la conciencia creadora al compás de una cadencia cual arpegio que hilvana y acumula imágenes, pliegues y repliegues mediante un arabesco de escritura que es como un puente que une las islas anidadas en nuestro inquieto interior, como un tejado de palabras que nos cubre mientras leemos. Quignard ha afirmado que “mi placer como lector de novelas es que el novelista no sostenga demasiado tiempo el hilo conductor. Como autor, me gusta dejar muchos huecos en la trama. Quien lee es quien construye la trama. El placer de redactar una novela consiste en la sorpresa al comenzar cada capítulo”. Estas son las claves de un autor necesario y Las lágrimas es una espléndida oportunidad para el exigente lector que quiera conciliarse con la literatura.
Comentar  Me gusta         20



Comprar este libro en papel, epub, pdf en

Amazon ESAgapeaCasa del libro
Apreciaron esta crítica ()(2)ver más