El hombre honesto no puede abordar el poder político, porque su concepto de la responsabilidad se lo impide.
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El hombre honesto no puede abordar el poder político, porque su concepto de la responsabilidad se lo impide.
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«(…) una mujer inteligente, una mujer hermosa, una mujer educada, una mujer con conocimientos de marxismo, una mujer a la que no es preciso explicarle todo desde el abc, una mujer que con preguntas inteligentes estimula el pensamiento del hombre (…)»
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Como agua para chocolate