Ayuda humanitaria en la Guerra Civil Española ,La

La intervención humanitaria en los conflictos ha transmitido una imagen de la realidad de la guerra más precisa, gracias a los testimonios de los cooperantes (voluntarios en el libro), pertenecientes a organismos imparciales (Cruz Roja, Save the Children Fund), con el ánimo de aliviar las necesidades de la población civil de las dos partes en conflicto. Gabriel Petrus resume en este libro su tesis doctoral, en la que analiza la labor de estos organismos durante la guerra civil española a partir sobre todo de la documentación desgranada y apenas de los testimonios.
El autor apunta el fracaso de Cruz Roja para que ambos bandos intercambiaran rehenes debido a que “los nacionales alegaban que ellos no tomaban rehenes”, como también desmiente que Franco rechazara la ayuda de los cuáqueros o miembros de la Sociedad Religiosa de los Amigos, la cual se produjo a partir de 1937.
Entre otras cuestiones, Petrus explica que la negativa del Gobierno republicano a una evacuación de miles de niños a tierras suizas se debió a que no se quería que pasasen “mucho tiempo sin hablar español”. No obstante, los cooperantes suizos ayudaron en la evacuación de niños de Madrid a Valencia y, posteriormente, a Barcelona, donde los niños desayunaban una naranja y un pedazo de pan y el pollo se sustituía por gato.
Sylvester Jones, un cuáquero de Chicago, enviaba este significativo telegrama el 6 de enero de 1937 desde Madrid: “Gran escasez de alimentos-las condiciones de guerra y la caída de la peseta hacen la importación cada vez más difícil agotando los recursos domésticos-enviad comida no dinero-recomiendo enviar un cargamento tan generoso como sea posible de harina, azúcar, leche y carnes enlatadas”. Por el contrario en la zona franquista, las necesidades mayores eran de material médico, a pesar de los 30.000 huérfanos (por 150.000 niños refugiados en la zona republicana). Pretus se arriesga y asegura que los barcos cuáqueros llegaron a Santander, Gijón, Barcelona y Valencia tras la entrada de las tropas franquistas para atender a la población.
El conflicto español sirvió como valiosa experiencia para los cooperantes de cara a la Segunda Guerra Mundial, salvo para la Liga de las Naciones, que no actuó en España. La condición de extranjeros de los cooperantes, procedentes de países no involucrados en la guerra, contribuyó a que se les viera como “samaritanos”. El libro tiene en su haber el tratar un aspecto poco analizado por los estudiosos, pero en su debe contabiliza precisamente el que puede ser un tema solo interesante para lectores especializados.