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Venir a valorar una obra de Terry Pratchett es enfrentarte a una legión de fieles seguidores que defenderán su propuesta tan personal y única de contar una historia. No son, ni quieren ser, razonables cuando se analiza una obra del genio y yo, como no, soy uno de esos. Porque Pratchett es uno de esos escritores que te cuentan una historia sabiendo que quien la escucha asiente maravillado a otro episodio más del fantástico universo que ha creado, el famoso Mundodisco. Todos y cada uno de los personajes que abundan esas tierras no dejan de ser derivados de la popular fantasía épica que disfrutamos hasta la saciedad pero, en el mundo en el que nos encontramos, tamizados por una ironía y sarcasmo más cercanos a los Monthy Piton y eso, son palabras mayores. Pero no solo queda ahí, sino que la especial manera de narrar de Pratchett hace que sus obras las disfrutes de un modo que solo se entenderían sentado con unas cervezas mientras escuchas a Terry fabular ante ti. Si estás dentro de ese universo, si disfrutas de historias de personajes que hablan en mayúsculas, de vigilantes de la guardia patosos y vagos, magos torpes y pretenciosos, brujas de buen corazón, lobos hombres, magia octatina y, en definitiva, si te parece maravillosa la idea de los cuatro elefantes sobre la Gran A 'Tuin pues ya sabes el porqué no es necesario contar mucho más de su universo. Tan solo te queda disfrutar de una obra tan divertida como esta en donde nuestra amiga La muerte se personifica y prueba la inexplicable y laboriosa vida de una granja y como sus decisiones afectarán al resto de los habitantes, y cosas, de Mundo Disco. Sin embargo si no conoces este mundo tan solo te diré una cosa. Pratchett no es solo uno de los grandes genios de la literatura universal. Es un analista quirúrgico de nuestra sociedad y de todo lo que la rodea. Esta obra es una muestra perfecta de cómo entrar a trapo en lo que significa el tiempo y lo que hacemos con él, lo necesario que resulta poner fin a las cosas, en comprender que es lo que nos convierte en seres vivos y, como no, en descubrir que los no muertos también son personas. En definitiva, puro Pratchett en una de sus obras más divertidas y entrañables con un desenlace de esos que se te quedará marcado en alguno de tus corazones. |
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