Todos los carteles de neón brillaban por ti

Sally es insolente, con un humor bastante sarcástico, con mucho carácter y, en ocasiones, algo indecisa. Después de unos años fuera, vuelve a su ciudad natal para ver cómo, por fin, se cumple su sueño.

Hudson es arisco, borde y parece que un poco pasota. También es sexy y canalla, pero, a la vez, leal y con un gran corazón, que le lleva a poner a los demás por delante de sí mismo. Es un actor de éxito y eso le llevará a reencontrarse con Sally sin que nada pueda evitarlo.

Ambos se conocían desde pequeños y por, determinadas circunstancias, sus caminos se separaron. Pero ahora vuelven a reencontrarse y su relación no es un camino de rosas porque siempre se han odiado, ¿verdad?

La historia está narrada tanto por Sally como por Hudson, aunque de él hay poquitos capítulos, son muy necesarios para conocer los motivos que le llevan a actuar en determinadas situaciones de una forma que, a simple vista, es difícil de comprender.

Su relación está llena de altibajos, en los que influye directamente el pasado, un pasado que estaba deseando de conocer desde el minuto uno y que me tenía en vilo.

Los secundarios son maravillosos y nos dan a conocer una amistad profunda y leal, de apoyo constante, que me ha encantado.

En resumen, me ha gustado mucho la historia, aunque en algunos momentos me hubiera gustado hacer entrar a nuestros protagonistas en razón, me ha enganchado desde el principio. El único pero que le pondría es que los capítulos son bastante largos y, personalmente, me gustan más cortitos. Por lo demás, es una historia maravillosa, dulce y que nos enseña que las segundas oportunidades pueden ser posibles.