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Crítica de laurass89


laurass89
23 March 2019
Una trama de película...

¿Por dónde empezar? La novela comienza presentándonos a Alejandro Ballesteros un escritor que, encumbrado, ahora no tiene fuelle para escribir una sola línea. Su supervivencia, las tertulias de televisión y ahogarse cada noche en un vaso de alcohol. Sin embargo, una noche conoce a Lucía, una muchacha flacucha, un poco poca cosa, pero que muestra mucha determinación y se autoinvita a la casa de Alejandro. Esa noche no pasa nada, por supuesto, pero será el comienzo de la relación. Un año después, Alejandro nos sitúa ante un viaje inminente a Tenerife que él retrasará dos días. Lucía decide comenzar las vacaciones en la fecha y que Alex se reúna después con ella, pero Lucía desaparece.
A partir de este punto, nos sumergiremos en una narración que alternará el tiempo pasado, donde se nos cuenta la relación de Alex y Lucía; y el tiempo presente, donde se nos contarán la desaparición de Lucía y la propia investigación que hace Alex para conocer a la que era su novia. Por cierto, si os gusta el cine y os suena la trama ya sabréis el final... Aquí, para mi gusto, comienzan los problemas con la novela. Y no son pocos.

Un protagonista problemático

Nada más comenzar la lectura de la novela nos percatamos de que Alejandro Ballesteros es un protagonista un tanto atípico y que, además, la novela tiene una clara misión, que nos compadezcamos de él. Pero la propia novela hace que no podamos sentir lástima por él.

Para empezar, el registro que emplea nuestro protagonista, a no ser que seas por defecto un pedante y un insensible, no es decoroso. Hay situaciones críticas en la novela, como hablar con una enferma mental, en las que el narrador, es decir, el protagonista, emplea un vocabulario que parece consultado en la RAE y que elimina la espontaneidad del protagonista y la verosimilitud de la escena. Además, a nivel de lectura se hace muy pesada ya que el narrador emplea sus propios prejuicios pedantes como epítetos, como por ejemplo, uno de los más ligeros, «hipsters barbuditos», por lo tanto se van repitiendo insistentemente a lo largo de la novela, confiriendo a esta un ritmo pesado y como agriado, amargado.

De este modo, nos encontramos a un protagonista que se presenta como bastante detestable, que se supone que se va a redimir a través de su amor por Lucía, la luz de su oscuridad. Pero, sinceramente, no es así. Si en un principio, en la presentación, pensamos que Alejandro Ballesteros está un poco en el sitio que se merece, después, cuando desaparece Lucía, particularmente he deseado que no la encontrara jamás, que la chica se merecía otra oportunidad con alguien que la valorara, no que la poseyera. Y este es el problema de toda la novela (además de la pedantería y la poca originalidad) destila sexo frustrado, destila cosificación, destila machismo.

¿Ensalzar para pisotear?

Lucía, por un motivo que no desvelaré porque sería destripar la historia, desaparece, como hemos dicho más arriba. Y, como también hemos mencionado ya, a partir de este momento la novela se coordina en dos tiempos con los que se nos va dibujando la figura de Lucía, una mujer fuerte, independiente, inteligente, instruida, con un montón de conocimientos que ocultaba, descarada, segura de sí misma...

Pero es que no solo Lucía es así. Juan Manuel de Prada nos ha presentado a lo largo de toda la novela una gran cantidad de mujeres fuertes, decididas e independientes, y, sin embargo, se empeña en someterlas con los juicios del protagonista. Da igual que sean grandes pintoras, por ejemplo, con una carrera artística y conceptual increíble, lo único que nos refiere el protagonista es lo prietas o no que tienen las carnes y lo apetecible que él puede ser para ellas.

Y encima te tienes que sentir bondadosa con él porque al final parece que Lucía le ha engañado y ha omitido información de su vida. Parece que Lucía no es quien decía ser. Vale, que te hagan eso es terrible, pero no puedes empatizar con un protagonista que cuando investiga sobre su novia parece un miura desbocado. Un protagonista que tiene pensamientos como que el culo de una muchacha le hacía movimientos de «para ti, para mí» (sacado literalmente de la novela) y ese tipo de menciones sobre las mujeres. Pues que Lucía te engañe, te deje y te hundas en la miseria.

Además, al hilo de esto último, una de las cosas que no he soportado ha sido que en la novela parece que las mujeres envejecen y los hombres no. Cuando Alejandro Ballesteros comienza la investigación, se va encontrando con personalidades de su pasado, unos hombres y otras mujeres. Los hombres aparecen como ancianos sí, pero de una manera entrañable, alabando su buena forma para la edad que tienen. Las mujeres, por el contrario, aparecen todas envejecidas, aparecen físicamente deterioradas, no porque sea así (que en ocasiones sí lo es), sino porque el protagonista no para de comparar el físico de las mujeres en su juventud con el de su vejez. Bien es cierto que ellas se meten con el protagonista por su cambio físico, pero siempre con un tono diríamos tierno, casi maternal; cuando el protagonista hace la comparación en términos, con perdón, de «follabilidad». Se acostaría alguien, o yo, con ella o no. Muy triste este tratamiento, muy humillante y continuista con esa idea de la superficialidad lo femenino. Parece que solo somos carcasa.

No puedo congraciarme con él, no me cae bien, no me da pena y no me demuestra que en otro tiempo pasado o futuro fuera o vaya a ser mejor persona. El libro engancha por descubrir la trama de Lucía, pero ya.

Una novela en nuestro tiempo, sí, pero de qué maneras

Es decir, que tenemos una novela que a nivel de trama no está mal, pero ya sabemos de dónde lo ha sacado (porque nos hace el spoiler el autor en la novela); tenemos a un protagonista mártir, pero con el que si tenemos dos dedos de frente no nos congraciamos; y tenemos unos personajes femeninos estupendos, pero que no dejan de ser degradados. Pues lo que le faltaba era que la ambientación fuera regulera.

Desde un inicio, comprobamos que el autor quiere situar la novela en nuestra actualidad más inmediata, de manera que toda la historia sucede cuando se producen una serie de acontecimientos importantes y relevantes de los últimos años de la historia: ataques terroristas, accidentes de avión, la guerra de siria, los refugiados, etcétera.

Sin embargo, el tratamiento de los temas de actualidad es muy tosco. Vienen a cuento con la novela, sí, porque al final la protagonista se ve envuelta en ellos de una u otra manera, pero las explicaciones y reflexiones que pone en boca de los personajes, de Avendaño y de la propia Lucía, no dejan de parecer discursos televisivos, argumentaciones sobre cómo le parece el autor que es la gestión de los poderes del mundo y del terrorismo islámico. Y, cuidado, todo lo que dice es cierto, lo sabemos tanto por los canales oficiales como por los secundarios, pero sobre-explicado en la novela queda como un pegote donde el autor ha querido soltar lo que tenía en mente. Además, estas explicaciones, con respecto al ritmo de la novela están muy mal situadas. No tiene sentido que en el epílogo me metas una discurso sobre la realidad política de Siria en veinte páginas, por ejemplo. Estoy terminando de cerrar la trama, no me va a interesar y lo voy a obviar, cuando no debería porque lo que cuenta sucede en la realidad, porque estoy interesada en cerrar la historia de Lucía y Alejandro.

Además, que hasta cierto punto no cuadra esta actualidad y esta interacción de los protagonistas en ella con el objetivo vital que en concreto Lucía tiene en su vida. Y la relación que establece el narrador es de sospecha burda, obvia y un poco, también, racista... Pero bueno, este enlace lo dejo a vuestra discreción si leéis el libro.

Finalmente, el narrador no se cansa de hacer ataques indiscriminados a los programas televisivos de nuestra parrilla actual. Si bien es cierto que el ataque se focaliza en unos tipos de programas en concreto (reality shows y programas de tertulias), me parece muy hipócrita la crítica cuando el protagonista participa en ellos. Podemos hacer cosas que no nos gustan y que aborrecemos, pero menospreciar a un público, una sociedad que estás haciendo y educando tú, y llamarlo imbécil es de ser una persona hipócrita y de no tener conciencia de sus propios actos.

Lo siento, pero no

Así que, en conclusión, me ha gustado la trama y el misterio de Lucía, cómo el lector tiene que ir conectando las piezas del puzle para saber, muchas veces antes que el protagonista, por cierto, quién es realmente Lucía. Sin embargo, el tratamiento que el autor hace, a través del protagonista, de las mujeres y de la vida en general, donde parece que por donde pisa es suyo y que cada mujer con la que se cruza quiere acostarse con él, porque él es un macho alfa, me ha agotado, dado asco y enfadado a partes iguales.
Enlace: http://ellibroenelbolsillo.b..
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