—No quiero que salgas con Matt. —Reese, yo… —Y no sólo se trata de Matt —continúa acelerado, como si la mera idea lo torturara—. No quiero que ningún tío te toque, nunca. Joder, no quiero que ni siquiera respiren el mismo aire que tú. Trago saliva. Todo esto es una locura, pero al mismo tiempo me siento tan llena, tan deseada, porque yo tampoco quiero que él le sonría a ninguna otra chica, que les hable, que las mire. Es mi objeto de deseo y es mío, solo mío. |