Y Julia retó a los dioses

Roma es tal vez el País con una de las historias más grandiosas, es evidente que no es la única civilización que tiene mucho para contar, pero si es una de las pocas de las cuales podemos ver su influencia aún hoy en día.  A Santiago Posteguillo lo conocí con la Trilogía de Trajano, me fascinó su forma de narrar el ascenso al poder de un emperador, el primero de origen hispano, que fue capaz de llevar a Roma a un esplendor y un equilibrio envidiable; luego viajé por la Trilogía de Africano y quedé encantada por la forma como narraba las batallas, pero empecé a admirar a ese extraño hombre llamado Aníbal capaz de cruzar los Alpes con elefantes (este guiño está en mil libros de historia, películas y series, incluida la grandiosa “Dark) y al final llegué a la que podría considerarse la última dinastía de Roma, relativamente estable, antes de entrar en el período de Anarquía con 19 emperadores en aproximadamente 50 años que sería el abrebocas para la fase de Roma conocida como bajo impero, así que este libro, tiene ese pequeño gran detalle, pues te narra la historia de la última familia imperial.

Septimio Severo, un norteafricano, se convierte en emperador gracias a la bendición de los dioses romanos y sirios, a su gran estrategia militar y en especial, como dice el famoso dicho “detrás de todo gran hombre hay una gran mujer”, gracias a Julia, su esposa. Ella fue aclamada por las legiones, deseada y amada por su esposo, temida por el senado, debilitada por sus hijos y destruida desde el interior por un enemigo silencioso, que ni el gran médico Galeno, pudo combatir. Este libro es más íntimo, es un viaje no por el vasto  imperio Romano, sino por el palacio imperial, es un libro que abre las puertas de la casa de los Severos y nos hace participes de sus secretos, intrigas, dolor, miedo, traición y muerte, pues todo lo que hay dentro de ella, todo lo que llevó al esplendor y a la grandeza a Septimio Severo se convierte, al mismo tiempo, en su carga, su prisión y al final,  en el puñal que a traición le destruye la vida. Aquí no hay luchas de espadas, ni gladiadores, ni catrafactos, ni caballerías, aquí solo hay injurias, mentiras, resentimientos, violaciones, incesto, lujuria, muerte, aquí no son los emperadores y sus legiones luchando contra príncipes, reyes y soldados, aquí es Julia venciendo las 5 pruebas que los dioses romanos, liderados por Júpiter, Minerva y Vesta, le lanzan a ella por ser extranjera, por alabar a otro dios, por ser Siria.

Adentrarse en sus páginas es subirse en una barca que poco a poco sale del puerto y te lleva al mar, el tiempo, bueno o malo, lo define la narración, así que por momentos lloras y sufres con las situaciones que se presentan, con el dolor que pueden provocar los seres a quien amamos, pero en otros te enojas y te confrontas con las decisiones de los personajes que enun momento eran tus héroes y luego se convierten en villanos. La moral en roma siempre me ha parecido que brillaba por su ausencia y en este libro hay evidencias, líneas, párrafos y palabras que te muestran que la famosa frase de que “toda época pasada fue mejor” no es tan cierta, pero al mismo tiempo no puedes evitar encontrar personaje, dentro de una historia novelada con una base histórica, que son similares a  nuestros gobernantes; eventos aterradores que podrías ver en los titulares del noticiero que sintonices y un uso del dinero matizado con corrupción, que al final es el que define quien debe tener el poder y quien no, sí, así tal cual como sucede hoy en día.  Para mí es una historia grandiosa dividida en dos libros, me gustó más el segundo que el primero, los 5 capítulos con un prólogo mitológico nos permiten respirar, porque las emociones son muchas, los dilemas permanentes pues cada hoja son decisiones, la mayoría tomadas en momentos de crisis y de tensión, pues Julia siempre tuvo claro que solo había dos opciones, ganar o morir.