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Crítica de Samarkanda


Samarkanda
12 June 2020
Hace ya unas semanas que terminé la lectura de Circo Máximo pero, al igual que me pasó en las anteriores ocasiones que he leído otros libros de Posteguillo, me cuesta hacer la reseña y no es porque no lo haya disfrutado aunque, en esta ocasión, me ha parecido una lectura algo más floja. En fin, habrá que intentarlo.

Circo Máximo es la segunda parte de una extensa trilogía que tiene a Trajano, el primer emperador hispano de la historia, como principal protagonista aunque no será hasta ésta segunda entrega donde tenga plena relevancia ya que en el primer libro, Los asesinos del emperador, tenemos el preludio de cómo llegó Marco Ulpio Trajano al poder.

Viajamos en el tiempo, más concretamente al año 101 d.C. , a una Roma Imperial en la que Trajano ya está asentado como emperador tras haber hecho una “limpieza” de senadores corruptos a los que obligó a devolver el dinero con el que se habían lucrado durante la época de Domiciano y, posteriormente, eran desterrados. Obviamente se granjeó unas cuantas enemistades, como la del senador y gobernador Mario Prisco que ansía vengarse de Trajano cueste lo que cueste, y que será uno de los hijos argumentales de la novela.

Otro de los hilos será el juicio en el que se acusa a la vestal Menenia, una sacerdotisa del templo de Vesta, de cometer crimen incesti con el auriga Celer. Las vestales debían permanecer castas mientras durase su sacerdocio, treinta años desde que eran seleccionadas cuando tienen entre seis y diez años, por lo que el peor crimen del que podían ser acusadas era el de haber perdido su sagrada virginidad (crimen incesti) y cuya condena era ser enterrada viva. ¿Por qué se les acusa a estos dos personajes de tal crimen? Es cierta la acusación o ¿hay algún interés oculto?

De la mano de Celer conoceremos los entresesijos de las carreras de cuadrigas que tenían lugar en el Circo Máximo, desde la rivalidad entre los diferentes equipos y aurigas, las apuestas y trapicheos, hasta los brutales choques de las cuadrigas que podían llevar a la muerte al propio auriga y a sus caballos. Todo un espectáculo visual en el mayor circo de la civilización romana, con una capacidad para doscientos cincuenta mil espectadores y unas dimensiones de varios estadios de fútbol.

Sin embargo la trama que más peso tiene, desde mi punto de vista, es uno de los hechos históricos más relevantes del mandato de Trajano: las dos guerras dacias que terminaron con la victoria de Roma y la conversión de aquel territorio en una nueva provincia del imperio. Para ello fue necesario movilizar algunas legiones y realizar obras de infraestructura, la más importante, el puente sobre el Danubio a cargo de Apolodoro de Damasco en Drobeta.

En Circo Máximo se conjugan ingredientes interesantes para hacer de esta novela una lectura agradable y entretenida ya que seremos testigos de conspiraciones, confesiones, historias de amor, guerras, traiciones, juicios, envidias e incluso un intento de asesinato para acabar con la vida de Trajano. Desde luego, sus casi mil doscientas páginas dan para mucho aunque hay partes que me han parecido superfluas y prescindibles al no aportar nada relevante.

Aunque el personaje central es Trajano estamos ante una novela coral y por sus páginas pululan un montón de personajes secundarios, tanto reales como ficticios, a algunos de ellos los conocimos en la primera parte como a la emperatriz Domicia Longina, esposa del emperador Domiciano, o el gladiador Marcio.

Posteguillo hace gala, nuevamente, de un estilo sencillo pero cuidado con unas descripciones muy visuales que permiten al lector dejar volar su imaginación y recrear las calles de Roma, las carreras de cuadrigas o las batallas que, desde mi punto de vista, han sido bastante más flojas que las acaecidas en Los asesinos del emperador. Tal vez tenga un lado sádico y me guste demasiado la sangre pero me ha faltado más acción en el campo de batalla. Cierto es que las legiones romanas no eran unas hermanitas de la caridad (saqueaban, violaban y arrasaban con lo que se les ponía por delante) ni los dacios un pueblo tan bárbaro como podamos pensar (era un reino que data de los tiempo de Julio César y estaba perfectamente estructurado en todos los sentidos, militar, social y religiosamente hablando) y, aunque sus guerreros suponían el terror de los legionarios romanos ya que las falces dacias rebanaban miembros como si fueran de mantequilla y tuvieran de aliados a roxolanos y sármatas cuyos caballos y guerreros iban acorazados con armaduras, no ha terminado de convencerme del todo esta parte.

Circo Máximo es un libro largo pero de fácil lectura, con capítulos de extensión variable que abarca desde principios del año 101 d.C. hasta el año 107 en el mandato de Marco Ulpio Trajano y donde se aprecia una ardua labor de investigación. Sin embargo, hay un hecho que me ha llamado la atención y es el papel que Posteguillo le da a Adriano, el futuro emperador, al que no deja en muy buen lugar (aprovecho para recomendaros la lectura de Memorias de Adriano de Margueritte Yourcenar). Cierto es que tuvo sus luces y sus sombras, lo mismo que Trajano, y estamos ante una novela donde la realidad y la ficción se entremezclan pero hay que distinguir la paja del grano y a ello nos ayuda el autor en una nota histórica al final de las páginas.

Una segunda parte entretenida con la que he disfrutado pero no al mismo nivel que lo hice con Los asesinos del emperador. Quizá las expectativas eran demasiado altas y Circo Máximo adolece de algunas páginas de relleno y de unas batallas con más garra, desde mi punto de vista, pero no por ello se me han quitado las ganas de leer La legión perdida y ver cómo Posteguillo nos narra la expansión hacia los territorios del este y las batallas contra los partos pero esta es otra historia.
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