El farmacéutico de Auschwitz

Si estáis buscando una historia novelada basada en hechos de la Segunda Guerra Mundial, este no es el libro adecuado. Lo digo porque justo eso me ha pasado y lo que me he encontrado es una labor de investigación descomunal, con fechas, nombres, datos... todos sacados de fuentes fehacientes, tanto como el mismo hijo de Victor Capesius, el hombre que ocupó el puesto que da nombre al libro.
Cuando Patricia y su marido consiguen el diario del compañero de Mengele de las manos del propio hijo de Capesius, comienza una narración que no deja indiferente, llena de atrocidades, miedos, todo aquello que nos horroriza de los campos de exterminio, pero también ahonda en lo que ocurrió después, en los juicios a los sometió a los genocidas, a los que salieron culpables, a los que se fueron de rositas.
La parte menos conocida de este episodio aberrante de la historia del ser humano es, al mismo tiempo, la que más me ha gustado y más ha hecho que se hierva la sangre. ¿Cómo es posible que alguien que haya provocado tanto dolor pueda dormir tranquilo? ¿Cómo pueden hacer barbaridades a un niño y luego volver a su casa, acariciando con esas manos manchadas de sangre a sus propios hijos? ¿De verdad tenían esperanza de salir indemnes? Pues por desgracia, mucho no pagaron por los horrores cometidos. Me cuesta mucho intentar comprender a personas como Victor Capesius, nunca entenderé cómo funcionaba su cabeza, ni a la hora de cometer las torturas y asesinatos, ni cuando decían en los jucios que no entendían haber hecho nada malo. Pero, por supuesto, tampoco a las personas que quieren minimizar e incluso negar la existencia del Holocausto.
Es una lectura dura, cruda, pero real. Tan real como increíble, tan dolorosa como lo es cualquier guerra, pero con un puntito de odio añadido. Si os gusta leer sobre esta época, conocer la verdad tal como sucedió, os lo aconsejo sin duda.