Se abren muy grandes las ventanas, y el sol entra, y el polvo se suspende en cada rayo. Giran espirales de oro gris. Lilus sacude con sus manos las estrellitas de polvo, pero el sol las defiende y vuelven a ocupar dócilmente su sitio en la espiral. Y allí siguen girando y calentándose en el rayo de luz.
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