Mateo y la bruja Gina

Conocí a Áurea Poncelet con "Ratolescencia" un libro dirigido al público juvenil con el hijo del Ratoncito Pérez como protagonista. Me gustó mucho: la historia, que la relacionase con el Ratoncito Pérez, los valores que enseñaba, las ilustraciones... Es un libro precioso que no dudo en volver a recomendaros (pasad por aquí si queréis leer mi reseña completa).

Con estas premisas, no podía dejar pasar su nuevo libro, esta vez dirigido a un púbico algo más infantil: "Mateo y la bruja Gina"

Mateo es un niño como otro cualquiera. le gusta jugar, especialmente con su perro Rufo y se pasa el día en el jardín de su casa saltando, corriendo y jugando al balón. Como cualquier otro niño de seis años.

Pero a Mateo hay una cosa que le da miedo: su vecina Gina. Gina es muy rara: tiene la piel de color verde, el pelo blanco, una casa muy rara con tejados y torreones y, encima, tiene como mascota ¡una dragona! ¡Qué rara es Gina!

Mateo no quiere saber nada de Gina. Es una niña de su edad y son vecinos jardín con jardín. Lo normal sería que jugasen juntos. Pero a Mateo Gina le da miedo y, además, por qué no decirlo, como que se siente un poco superior. ¿Por qué? Porque es rara, porque es diferente.

Pero un día Rufo, su perro, se pierde y Gina va a ayudar a Mateo a recuperarlo. Ahí el niño se dará cuenta de que Gina, será muy bruja y muy verde, pero es una niña normal, como él mismo, como las niñas de su clase. Una niña buena, con la que se puede hablar y jugar.

"Mateo y la bruja Gina" es un cuento maravilloso. Como cuento en sí es precioso, divertido y entretenido. A los niños les pasan unas cuantas aventuras que harán las delicias de los más pequeños. Pero es que, además, como muchos cuentos infantiles, tiene una enseñanza de base: la igualdad. La autora pretende trasladar a los peques algo que no es siempre fácil de aceptar: que todos los niños (o mayores, ya puestos) son iguales. Independientemente de su color de piel, de pelo, que lleven gafas o no, que tengan un defecto físico, que... Lo que sea. Quiere mostrar que hay que dejar atrás miedos y prejuicios y ver lo que hay detrás de esa cara verde (o ese andar renqueante, o ese hablar raro...): un niño igual que ellos.

El libro da una lección de tolerancia y lo hace de una forma preciosa, a través de una historia divertida, narrada con mucho sabor hacer y con unas ilustraciones super coloridas y simpáticas.

este libros es precioso y perfecto para los más pequeños de la casa, ya que ademas de estar pensando para una edad máxima de 9 años, es un libro con gran valor social.

Esta historia es una enseñanza increíble para los peques, ya que a traves de unos preciosos personajes como Mateo, Gina y sus fieles compañeros descubrirán el valor de la amistad, de que aunque seamos diferentes en aspecto, ideología, edad o pensamiento. Todos podemos ser perfectos pera los demas.
Que las diferencias no son malas, es lo que hace que los humanos nos complementemos, las diferencias nos suman no nos restan, que si todos fuéramos iguales la vida seria aburrida.

No se creo que es una historia bonita, divertida, interesante y perfecta para los peques de la casa, una forma perfecta de enseñar de forma divertida. Además los dibujos de este libro me parecen sumamente preciosos, los colores son muy bonitos y la letra es grande y espaciada, asi no solo los peques leerán el libro con vosotros sino también pueden aprender a leer con el

Mateo es un niño que le encanta jugar con su pelota y pasar tiempo con sus amigos, tiene por vecina a Gina una niña un tanto peculiar de pelo blanco y color de piel verde, esto asusta un poco a Mateo. Un día Rufo la mascota de Mateo se pierde por el jardín tenebroso de la casa de Gina y fue a parar nada menos que al bosque encantado.

¿Cómo hará para recuperlo? Si él tiene mucho miedo. ¿Quién puede ayudarlo? Para descubrirlo tendréis que leerlo.

Con este cuento enseñaremos a los niños/as el valor de la amistad, a no juzgar antes de tiempo, por que a veces las apariencias engañan, quién menos te lo esperas te tiende su mano para ayudarte.

Lectura a partir de los 8 años.

Una lectura perfecta para comenzar este mes de octubre, que comienza Halloween!!! Aunque he de confesaros que yo no soy mucho de esta tradición, soy mas de nuestras costumbres, cómo la chiquitina y una buena calbota, pero a los niños/as les encanta.

Desde pequeña, las brujas me fascinan porque son seres sobrenaturales, aunque nunca les he tenido miedo; de hecho, Gina me recuerda al perfil de brujas que leía de niña por su encanto, desparpajo y personalidad entusiasta. Por su parte, Mateo es un niño al que le da miedo su vecina, pero cuando tiene la oportunidad de conocerla, se da cuenta que tan solo es una niña como él. En ese sentido, me ha gustado mucho el mensaje que lanza esta historia sobre los prejuicios y las etiquetas, pues lo importante no es nuestra apariencia, sino nuestro interior.

El apartado gráfico es una de las grandes bazas de este cuento. Hace uso del diseño digital pero consigue unos entintados con tramas que producen un impacto visual perfecto y muy llamativo para su público objetivo. Además, la caracterización de los personajes está ideada para eliminar cualquier atisbo de miedo que pueda suscitar a pequeños lectores. de esta forma, apoyando al texto, encontraremos una bruja muy simpática y un dragón achuchable, sin olvidar que el dibujo también se utiliza para reforzar la parte misteriosa como la primera impresión de la casa de Gina y la cueva.

Como cuento, la verdad es que me parece una historia divertida y bien hilada. Se la hemos leído a nuestros hijos Arya y Darío, y el resultado ha sido muy satisfactorio porque han empatizado desde el primer momento con los personajes y querían saber más de la aventura. Por la experiencia de lectura con nuestros niños habría sido ideal que el cuento constara de más páginas para poder repartir carga de texto. La mayoría de las ilustraciones ocupan dos páginas y tienen un texto liviano, ideal para que nuestros hijos se recreen en los dibujos mientras leemos la historia. Por desgracia, hay algunas páginas que tienen demasiado texto y poca ilustración. Así, como nuestros peques aún no saben leer, desconectan de nuestra lectura en voz alta, y tenemos que resumir e improvisar para reengancharlos al cuento y pasar directamente a los dibujos.
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