Pórtico

¿Qué estábamos haciendo aquí? ¿Viajar cientos o miles de años‐ luz para rompernos el corazón?

Detesto la idea de que me maten. Detesto la idea de tener que morir alguna vez; dejar de vivir, ver que todo se detiene y saber que todos los demás siguen viviendo, haciendo el amor y gozando sin que yo esté allí para compartirlo.

A veces es muy difícil engañarle. Llego al final de la sesión completamente exhausto, con la sensación de que si me hubiera quedado con él un minuto más, me habría encontrado cayendo de lleno en el dolor y éste me habría destruido.
O curado. Tal vez sea lo mismo.

Estoy tan ocupado escuchando el corazón que ni siquiera oigo cuando alguien me pide que le pase la sal.

Eran dos opciones encantadoras. Una de ellas significaba renunciar a todas las posibilidades de una vida decente para siempre ... y la otra me asustó.

Durante veinte años y más, todo el planeta había sido bombardeado, violado, asolado y asaltado por personas cuya furia había excedido tanto su juicio que lo único que podían pensar para expresar su descontento era matar a alguien.