Mary Ventura y el noveno reino

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El año 2020 ha sido uno de los años más raros que he vivido. Lo recordaré por eso y también porque ha sido el año en el que he descubierto a la maravillosa Sylvia Plath. Ha sido un descubrimiento tardío pero, como se suele decir, más vale tarde que nunca. Ha sido un descubrimiento tardío pero lo ha sido por todo lo alto.
Comencé el año con su única novela, continué con dos de sus poemarios y ahora le ha llegado el turno a uno de sus cuentos. Cuento que se publica de forma inédita. Cuento que intentó publicar en vida pero no pudo ser porque fue rechazado. Lo llegó a modificar pero se quedó en un cajón, olvidado, hasta que muchos años después fue rescatado. El original, el que ella escribió y tanto le gustó. El editado perdía toda su esencia.

Breve, sencillo e inquietante. Así describiría este cuento.
Espera un momento, ¿he dicho sencillo? ¡En qué estaría pensando! Puede parecerlo pero en realidad no lo es. Considero que hay que leerlo varias veces y en cada una de ellas se encontrarán nuevos detalles y matices. Se sacarán nuevas conclusiones, nuevos significados y nuevas reflexiones.

¿Qué quería plasmar realmente la autora? El sentido real y su interpretación correcta solamente ella lo sabría pero lo que está claro es que cada página rezuma desesperación y confusión. Confusión que atraviesa las páginas y se apodera del lector. Sí, al finalizar está confundido, no sabe muy bien qué pensar pero sus días y noches quedarán eclipsadas. No podrá parar de darle vueltas, de reflexionar y de buscar el mensaje encriptado.

Ya estaba perdidamente enamorada de la autora pero con este cuento ese amor ha aumentado. Me parece fascinante lo que consigue en tan pocas páginas. Me parece fascinante como transforma una historia aparentemente sencilla. Me parece fascinante cómo consigue inquietar al lector desde el primer momento. le agobia, le asfixia.
Se llega al punto final con cara de no haberlo entendido, pasan las horas y se van llegando a diferentes conclusiones. ¿Serán las correctas? Puede que sí pero también puede que no.

Sylvia, querida. Seguiré ahondando en tu obra, leyendo todo lo que me encuentre en mi camino y disfrutando de tu maravillosa pluma.
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