"--- Vas hasta el final de la línea, supongo ---dijo. --- Exacto, hasta el final de la línea. Padre dijo que no tenía que preocuparme de transbordos ni nada, y que el revisor me diría adónde ir desde allí. --- La última estación --- murmuró la mujer---. ¿Estás segura? --- Sí. Por lo menos eso dice mi billete. Es un billete tan extraño que el número se me quedó grabado, rojo sobre negro. El noveno reino, decía. Es una curiosa manera de nombrar las estaciones de tren. --- Con el tiempo te acostumbras --- dijo la mujer, como hablando para sí---. Igual que a todas las pequeñas y absurdas divisiones y subdivisiones y clasificaciones. Arbitraria, es lo que es. Arbitraria." (Pág.45). |