El viaje

Una novela muy breve que me ha dejado completamente conmocionada.
Decidí leer a Pirandello tras haber descubierto que, sobre todo en el caso de la crítica italiana, se le solía comparar con Miguel de Unamuno, uno de mis escritores favoritos. El mismo Unamuno comenzó a estudiar la obra del autor italiano, llegando a afirmar: “en lo poco que conozco del escritor siciliano, he visto, como un espejo, muchos de mis propios y más íntimos procederes”.
Lo que más me llama la atención de Unamuno, es precisamente una de las características que tenía en común con Pirandello. Ambos pensaban que son los propios personajes los que construyen al escritor, a su creador, y no al revés. Esto fue lo que hizo que “Niebla” me produjese un gran impacto y se convirtiese en una de mis novelas favoritas.
Pero no estoy aquí para hablar de Unamuno sino de Pirandello. Nacido en Sicilia, decidió reflejar en su obra algunas de las costumbres y realidades de su tierra. En “El viaje” realiza un retrato perfecto y muy profundo de la situación de la mujer, encarnada en el personaje de Adriana. A través de un estilo poético y elegante, construye una historia dotada de una gran sensibilidad y belleza.
Adriana nunca había salido de su pueblo natal, y tras casarse con un hombre al que no amaba, ser madre de dos hijos y pasar trece años encerrada en casa tras la muerte de su marido, emprenderá un viaje que le hará descubrir y amar la vida.
Las mujeres que vivían en esta isla mediterránea languidecían a la sombra de los hombres, quedando consumidas por la resignación de permanecer sumisas y relegadas a las tareas domésticas, pero mostrando su mejor cara “de puertas hacia afuera”, y ocultando su pesar tras sombreros a la última moda.
Esta novela me ha hecho reflexionar sobre la idea de soledad y de fragilidad provocada por la falta de libertad, la ausencia del derecho a la réplica, a cambiar la situación y a tomar las riendas de una vida en la que los hombres pretendían “tapar el sol con un dedo”. ¡Qué triste ver pasar la vida siendo consciente de que el mundo está ahí fuera! Lugares, costumbres, sabores, paisajes, personas... ¡la vida misma! Nunca hay que dejar para mañana vivir y sobre todo, quererse a una misma y dejar atrás el miedo a lo desconocido. Porque lo desconocido esconde el verdadero significado de la vida.