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Crítica de Ros


Ros
03 January 2023
Es el tercer libro que leo de la autora argentina y la verdad es que ha ido creciendo en cada uno de ellos, empecé con betibú, me gustó, seguí con Tuya, aunque un año antes publicado que el anterior, yo lo leí después, y este me gustó un poco más y ahora he leído Una suerte pequeña, y ha sido espectacular.

Así que puedo decir que con esta emotiva historia me ha ganado absolutamente y por supuesto seguiré leyéndola.

Y antes de seguir, agradezco las estupendas reseñas de AnaLoras y de My, que me recordaron que tenía pendiente esta gran lectura.

Respecto a su título, queda muy bien explicado hacia la parte central del libro donde la protagonista lo señala , cuando hace un comentario en relación a su vida, ya que piensa y nos dice que ella es una madre que solo tiene una suerte pequeña. Curioso, desde luego, sí lo es.

Es una novela intimista, conmovedora que hace que no podamos dejar de leer, aunque a veces, a mí me ha pasado, debía detenerme y escuchar otras voces, porque afloraban en mi interior pensamientos y recuerdos lejanos que me dolían.
Es que, en realidad vives intensamente lo que la narradora y protagonista nos relata de forma tan profunda.

Porque como se dice en el libro “Así sucede con los grandes personajes de la literatura , siempre encontramos un punto, una arista, un gesto donde podemos ser ellos. O al menos podemos ponernos en su lugar.”

Sin embargo, la historia te arrastra y la devoras, porque en ella hay emoción, sentimiento y temas muy profundos, en los que se vive la tragedia y el dolor más agudo.

Es un retrato de una mujer dañada por la vida que debe aprender a vivir y empezar a reconstruir y caminar por otros derroteros y una nueva realidad, aunque siempre perdurará su dolor y su pasado.

Varios temas se van entrelazando en la vida que nos muestra en primera persona la protagonista en su cuaderno de bitácora, nos enseña un mundo que llega a ser muy cruel , también hipócrita cuando la tragedia irrumpe en su vida, no hay comprensión, solo rechazo y desdén.

Y su tragedia se multiplica, pero , nos preguntaremos ¿Qué ha pasado?¿Qué tragedia la ha aniquilado?. Y esto es lo que tenemos que descubrir leyendo.

Nos encontramos con un fragmento que se repite, una barrera en un paso de trenes, y ella en su coche esperando pasar. Un excelente recurso que nos alerta o nos incita a pensar sobre ello y a querer saber más, aunque su descubrimiento nos lacera el alma.

Volver, regresar, haber tenido que salir, salir, escaparse, cuando es más doloroso quedarse que dirigir la vida a lugares inciertos, en los que un péndulo incapaz de detener su vaivén solo nos puede proponer quebranto de lo conocido, de lo ordenado, de cuanto aporta seguridad que late normada y tranquila, sosegada y si acaso, distraída por algún conflicto de escasa entidad, solucionable.

La protagonista, Mary, se sentirá aprisionada por un acontecimiento fortuito del que se sentirá insoportablemente responsable y no será solo ella quien se hundirá en el desasosegante sentimiento culposo por lo ocurrido, sino que serán sus allegados, sus vecinos, su comunidad, quienes dirigirán hacia ella su dedo acusador, sus palabras hirientes, mordaces, llegando incluso a atreverse con la calumnia.

Sin embargo, nadie conoce nada, absolutamente nada de lo ocurrido, desconocen los hechos, cómo ocurrieron y se desarrollaron los acontecimientos, solo ella, Mary, y si acaso los dos niños que la acompañaban en el coche podrían dar razón de los hechos , de lo ocurrido.

Esta mujer cavilará, pensará en diversas soluciones que le hagan soportable la vida, a partir de un aciago e insoportable momento, que ahora se expande como mancha de aceite sobre todo su ser.

Elabora a través de su pensamiento, una pequeña lista de posibilidades, de entre todas ellas, rescatará una, salir, salir, escaparse, cuando es mucho más doloroso quedarse que marcharse.

En esa situación, en esos días terribles que está viviendo, qué importa qué tren tomar, qué autobús, que avión, qué medio de transporte y también, adónde ir, qué dirección tomar, qué ciudad, qué país, si todo su ser sabe ya, que todo será desierto, que dirigirse a cualquiera de los cuatro puntos cardinales dará lo mismo, que todo será extinción, extinción del ser, extinción de lo humano.

Afortunadamente, la vida hace con lo nuestro lo que quiere, revelándose ante nuestros proyectos, nuestros deseos o nuestras angustias.

Para cumplir con esta premisa que acabamos de anunciar, la vida espera para dictarle una propuesta inesperada.Y ella a través de esos entramados que trata la vida a nuestras espaldas, conocerá a un hombre, a Robert, que entablará una conversación con ella y se hará cargo de alguna manera de la situación de esta mujer.

Ella escucha y vacía y hundida como está, atenderá sus palabras y se dejará llevar. Así, por esas cosas inverosímiles que a veces trae la vida y el destino con él, la vida de nuestra protagonista, abre una página nueva, en blanco, que comenzará a escribir.

Impulsada por la pura necesidad de sobrevivir, la protagonista, Mary Lohan, organizará una vida, una existencia que la llevará de la mano de Robert a encontrarse con el estudio en las aulas, alcanzará la suficiente valía para pisar la universidad y desde ella convertirse en profesora de español en el Garlic Institute, un sofisticado colegio en Boston, ya su residencia junto a Robert y convertida en observadora con función de inspectora con el fin de valorar los contenidos y estudios que se dan en lo centros de enseñanza, que los acrediten para pertenecer a los centros que quedan enmarcados como elitistas.

Así, de esta manera, aunque impulsada por Robert, con el que convive y se siente querida, volverá, regresará de donde tuvo que salir por incapacidad para soportar un dolor que se mostraba absolutamente insufrible, inhumano.

Volvió, regresó, mostrando un exterior prácticamente irreconocible , o mejor absolutamente irreconocible, pero regresar, volver es siempre quedarse siendo exactamente el mismo o casi el mismo por dentro.

Aceptamos la denominación de enfermedades crónicas, pero de estas salvamos la depresión, el dolor, el desgarro, la desintegración personal sin ver que todos estos sentimientos cuando se han dado, aunque solo se hubieran sentido una vez, deciden convertirse en crónicos.

Mary Lohan, Marilé, o María Elena Pujol, vuelve al mismo lugar del que salió, regresa a él por un motivo profesional y lo nota, lo siente, su mal es crónico.

Durante las entrevistas que realiza en el centro Saint Peter, al que conoció muy de cerca, tocará el turno a un profesor de historia, a Federico Lauría, que sentado frente a ella, hila con precisión que las manos de esa mujer con su lunar, son las manos de su madre, las ha reconocido, las ha capturado, pero también la madre ha intuido que detrás del joven, hay un nombre y una historia que puede imbricarse en la suya.

Para qué contar más, si mi interés máximo en que disfrutéis como yo, de esta extraordiaria historia que nos cautiva, nos atrae.
Y que tambiém, no lo voy a negar, nos turba hasta enmudecer por su gran capital emocinal.

Mi calificación es la excelencia.
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