El segundo asesino

Lectura interesante, pero trama demasiado exagerada en cuanto a fantasía. El Asesino del Torso de Támesis realmente existió, y esta novela posee el mérito de ser una de las pocas que aborda ese asunto criminal. Se trató de una secuencia de homicidios cometidos contra mujeres, cuyos cadáveres desmembrados fueron hallados a las orillas del río Támesis desde septiembre de 1873 hasta septiembre de 1889. Este caso delictivo quedó opacado por la triste fama de Jack el Destripador, quien mató y mutiló prostitutas en el distrito de Whitechapel (este de Londres) durante el verano y el otoño de 1888. No obstante, si miramos a la cantidad de presas humanas cobradas por cada asesino y el modus operandi utilizado, hasta podría sostenerse que el Descuartizador del Támesis constituyó un criminal más macabro e inteligente que Jack the Ripper. Empero, como devinieron menos mediáticos sus crímenes (pues salvo en el caso de la víctima Elizabeth Jackson, en los restantes homicidios no se logró individualizar a las occisas) no llegó a adquirir tanta notoriedad. Lo cierto fue que ninguno de ambos victimarios seriales devino capturado, ni se descubrió jamás su identidad. Esto último considero que, igualmente, no habilita a la novelista para sustentar que aquel ejecutor en verdad no fue un ser humano, sino un ente maléfico ("El Upir") que poseía a personas inocentes y las obligaba a perpetrar aquellas salvajadas. Como obra de fantasía juvenil es bastante amena. Pero la escritora británica no sugiere una propuesta seria para brindar "solución" al enigma de cuál fue la identidad de ese sádico feminicida victoriano, porque su auténtica finalidad solamente consiste en entretener. El relato se practica en primera persona mediante el uso de varias voces narrativas, siendo la principal de ellas la del histórico cirujano Thomas Bond. Este galeno constituyó un precursor del moderno perfilamiento criminológico, e intervino en varias de las autopsias efectuadas a la occisas del Descuartizador del Támesis y, también, a Mary Jane Kelly, que fue la última víctima registrada de Jack el Destripador.