La vejez es como una visita que se acerca lentamente desde el fondo de una larga calle y que, cuando al fin llega hasta ti, está demasiado cansada para marcharse.
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La vejez es como una visita que se acerca lentamente desde el fondo de una larga calle y que, cuando al fin llega hasta ti, está demasiado cansada para marcharse.
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Al fin y al cabo, una vez que te has muerto, los asuntos que parecían importantes en vida dejan de serlo y resulta más fácil hablar de cualquier tema; la vida es muy sencilla desde la perspectiva de la muerte
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A veces hacemos daño a los que más nos quieren sin darnos cuenta y tomamos en camino más enrevesado y doloroso de la vida, cuando hubiera sido más sencillo repartir la pena y la carga con aquellos que nos quieren.
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Porque, en realidad, no hay una manera correcta, una forma natural de decirle a tu marido que hay una presencia en tu casa.
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El silencio que habitaba en el lugar la impresionó, no dejaba sitio para ningún sonido propio de un paisaje como aquel y se dio cuenta de que si se quedaba muy quieta podía imaginar que caminaba por un lienzo, en el que las hábiles pinceladas de un artista habían plasmado un mundo rebosante de luz, pero sin vida.
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Sentía algo extraño aunque no estaba segura de cómo explicarlo; tenía el presentimiento de que había alguien más en la habitación, alguien que imitaba sus pasos en silencio, desplazándose a su alrededor al mismo tiempo que ella, como una pareja de baile, provocando esa sutil corriente de aire que no había dejado de percibir, tan débil pero real.
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Los recuerdos y las viejas historias son como una madeja de lana, hay que empezar a desenmarañar los hechos desde el principio, tirando del hilo poco a poco y dejando que te lleve al interior de la historia.
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Es un cuerpo creado a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados, escrito por Mary Shelley a partir del reto literario de Lord Byron.