Pequeñas grandes cosas

Quiero iniciar esta reseña diciéndoles que este es el MEJOR libro que he leído en lo que va del año.

Desde que lo vi anunciado y leí la sinopsis me atrajo por completo, además tiene una portada hermosa. Este es un libro denso, de esos regordetes. Sus +500 páginas están constituidas por 30 capítulos los cuales están intercalados entre los 3 personajes principales: Ruth, Kennedy y Turk. Los capítulos no son cortos y la manera en la que están interpolados puede llegar a ser frustrante ya que no te permiten enfocarte en una sola voz cuando ya estás pasando a la del siguiente personaje que es igual de interesante que la del anterior por lo que resulta casi imposible no engancharte desde las primeras páginas.

Pequeñas grandes cosas es de esos libros amargos que te dejan un gran sabor de boca, sí, así de ambivalente suelen ser las grandes lecturas.

¿Te ha pasado que alguien que no acostumbra a leer te pide que le recomiendes un libro? Y cuando te hacen esa petición sientes el peso de la responsabilidad ya que piensas que muy probablemente el libro que recomiendes influya para que esa persona entre al universo de los libros o siga con su adorada televisión. Bueno, pues aquí tienes un libro que puedes recomendar sin temor a que pase sin pena ni gloria. Estoy totalmente segura de que este libro le sacude la consciencia a cualquiera es por eso que te invito a leerlo y que después de leerlo transmitas el mensaje para sembrar un granito de buenas intenciones en más lectores.

En cuanto a la historia, como podemos ver en la sinopsis, Ruth es enfermera en la sala de partos, se encarga de recibir a los recién nacidos, asearlos y darles las primeras atenciones que requieren los pequeños pero un mal día le toca recibir a Davis Bauer y desde ese día su vida se pone de cabeza.

Davis es hijo de una pareja supremacista. Sí, sus padres creen que las personas blancas son superiores a las personas de otras etnias y sí, como todo supremacista, son racistas y no toleran el hecho de que su hijo sea siquiera tocado por una mujer afroamericana como Ruth por lo que solicitan a la jefa de enfermeras que ninguna persona de color atienda a su bebé. Y así de rápido, antes de las primeras 50 páginas ya tenemos el primer punto reflexivo; ¿Qué harías si fueras la jefa de enfermeras?, ¿cómo te sentirías si fueras Ruth? O si fueras un miembro de los Bauer ¿tolerarías a la enfermera?

Eventualmente, el niño sufre una emergencia médica y la única persona cerca de él es Ruth, ella duda por un momento si debe de obedecer a su jefa o si debe ser fiel y apegarse al código de ética que la rige como enfermera aunque eso ponga en riesgo su trabajo. A raíz de este evento es que Ruth requiere los servicios de un abogado y es así como conoceremos a Kennedy, quien también tiene muchísimo que decir pues también sufre del racismo simbólico y aversivo. Pero no es hasta que conoce a Ruth que comienza a ser más consciente de las cosas que pasan a su alrededor.

Como cualquier buen abogado, Kennedy sugiere que no se maneje el juicio con un trasfondo racial ya que lo considera innecesario o hasta perjudicial para su cliente. A lo largo del juicio y conforme va conociendo más a fondo la vida de Ruth es cuando se comienza a cuestionar si de verdad vale la pena ganar callando lo obvio, si como abogada debe de irse por tierra firme y seguir siendo parte de un sistema que está mal o si debe de llamarle a las cosas por su nombre aunque eso haga temblar la moral de todo un jurado.

Ella es una chica lista, muy lista y fue mi personaje favorito. El empeño que le pone al caso, el esfuerzo que hace por investigar, prepararse y defender a su clienta me gustó mucho. No cualquiera tiene la valentía de Kennedy para irse por el camino difícil a sabiendas de que puede tropezar pero lo que más me gusto es la evolución mental que tuvo, mental y humana.

Y por último Turk Bauer, ¡qué personaje! Tan fiero y lleno de controversia, tan fiel a sus ideales y protector de su familia. Por una parte esta su pensamiento tan obcecado y por otro lado la educación que le transmitió su abuelo. Definitivamente con él ponemos en práctica la verdadera empatía, esa que no justifica los hechos de las personas pero que nos permite ver claramente que Bauer no fue más que un eslabón al que le transmitieron las ideas equivocadas.

En resumen, un libro que nos hará ver que el racismo existe y sigue siendo tan actual. Que nos muestra que no debemos de bajar la guardia y seguir luchando para transmitir el mensaje correcto pues no sabemos quién nos está escuchando o el alcance que nuestro mensaje tendrá.