Es Ángel, es demonio

Mi boca escupe lo que mi mente revive. Cultiven la paciencia y recuerden, la memoria es selectiva.

—Espera, espera -arrastro las palabras- ¿Ese no es tu demonio?
—¿De que demonio estás habl...? -mire el punto que Jerónimo señalaba.

¿Que haré esta noche? Rio sin ganas, sabiendo la única respuesta. Recordar, escupir, vomitar, desahogar, depurar, sanar. Escribir.

Fui amada por un Ángel que me enseñó que somos libros, somos historias, somos páginas que merecen ser leídas, devoradas, comprendidas.

Somos en esencia masoquistas. No queremos—podemos—soltar aquello que nos hace daño. Inconscientemente nos gusta revolcarnos en nuestra miseria.

Sabe, escuché por ahí que cuando alguien nos dedica su tiempo, nos está regalando lo único que no recuperará jamás.

—¿Yo no soy así? No deberías dejarte llevar por mi nombre, no soy un ángel.

Mi padre estaba de viaje de negocios, no pudo presenciar mi gran paso. No dolió, algunas cosas ya no dolían.

El tiempo pone callos donde antes había llagas.

—No te alejes.
—No me alejes -corregí.