[...] tristes mis noches son, mis días oscuros; mi pensamiento se ha llevado aquélla, y tan sólo su nombre me ha dejado. |
[...] tristes mis noches son, mis días oscuros; mi pensamiento se ha llevado aquélla, y tan sólo su nombre me ha dejado. |
Yo en cambio vivo, y ello me impacienta, privado de la luz que amaba tanto, en desarmado leño y con tormenta. |
En verdad, somos sólo polvo y humo, en verdad, el deseo ciego ha sido, y falaz, en verdad, es la esperanza. |
[...] y sientes que mi amor aquí en la tierra, como en el cielo ahora, iba buscando tan sólo el claro sol de tu mirada [...] |
Mi corazón de penas se sustenta que de ellas mi señor es abundante, y pálido me pongo y anhelante cuando pienso en mi llaga violenta. Pero al lecho en que mi alma se atormenta la que no tuvo igual ni semejante viene -y no oso mirarla, tan radiante- y en el borde, piadosa, se me sienta. Con la mano que tanto he deseado mis ojos seca, y dame un lenitivo que nadie antes que yo había probado. "¿Qué el saber vale al ánimo cautivo del dolor? -dice-. ¡Oh llanto exagerado! ¡Cual no estoy muerta, quiero verte vivo!" |
Amor, cuando esperanza, y el premio a tanta fe, ya florecía, me arrebataron a quien los traía. ¡Ay despiadada muerte, y cruel vida! La una me ha acongojado y ahogado mi esperanza acerbamente; la otra me tiene aquí mal de mi grado, y desde la partida de aquélla, ésta ir detrás no me consiente. Mas mi dama presente en mi pecho se encuentra todavía, y ve muy bien cómo es la vida mía. |
Oh primera raíz de mi agonía, ¿dónde la lumbre está del rostros amado en la que, alegre y vivo, me he quemado? Sola aquí, estás en leda compañía. Y me has dejado aquí tan solo y triste que, lleno de dolor, vuelvo, oh señora a adorar el lugar donde estuviste [...] |
Mientras mi corazón de amor ardía por amorosas larvas carcomido, de bella fiera el rastro yo he seguido por yermos y collados noche y día; y, cantando, de Amor yo me dolía, de la que tan cruel conmigo ha sido; mas poco ingenio y rimas han valido a mi joven e instable fantasía. Murió aquel fuego, y hoy yace enterrado: si con el tiempo hubiera ido aumentando (como en más de uno) hasta la edad madura, con las rimas de que hoy me he desarmado, y con canoso estilo, haría, hablando que las piedras llorasen con ternura. |
El sitio en que nació mi amor ardiente quiero que tu mirada lo rechace, por no ver lo que odiabas de tu gente. |
¿Dónde se halla la frente que guiaba mi corazón a esta parte o a aquélla? ¿Dónde las cejas, y una y otra estrella, con las que mi vivir iluminaba? ¿Dónde la discreción con que ella hablaba? ¿Dónde su voz humilde honesta y bella? ¿Dónde están las bellezas que hubo en ella, y con las que a su antojo me llevaba? ¿Dó la sombra gentil del rostro humano, que dio al alma cansada aire y sosiego, donde mis pensamientos vi grabados? ¿Dónde la que me tuvo, ay, en su mano? ¡Cuánto le falta al triste mundo ciego y a mis ojos, que siempre estén mojados! |
Marinero en tierra