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Una joya de novela leída en un día, no podía parar de leer y, al mismo tiempo, me daba una pena inmensa que terminara; no quería despedirme de cada uno de los entrañables personajes del número 14 de la Rue le Monde, París, especialmente de Clémentine, cuya trama comienza desde que hereda el especial piso de una tía a la que ni siquiera ha conocido. Personajes que traspasan las páginas que no se leen, se devoran y emocionan; en más de una ocasión se me ha escapado alguna que otra lágrima, y eso no lo consiguen todos los libros. Su narrativa en tercera persona es brillante, elegante y sencilla, entremezclada con partes en cursiva, la de un escritor que publica un libro de gran éxito que llega a las manos de Clémentine, sin que ella sepa, pese a sentir una conexión especial, que la mujer de la que se enamora el protagonista es ella. Es un libro muy especial que todo el mundo debería leer. |
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