La tabla de Flandes

Segundos antes de comenzar con la reseña, he decidido bajar la puntuación a 2 estrellas...quizá 2.5.

Y es que en verdad la historia tenía muchísimo potencial, pero creo que la ejecución fue más bien pobre. Si la memoria no me falla, éste es quizá el primero libro que leo de Pérez-Reverte, un autor español ya bastante reconocido y famoso, y que maneja dos géneros que suele entretenerme bastante -la novela histórica y el thriller. Además, La Tabla de Flandes partía de un cuadro del Edad Media y de la escuela flamenca en particular, que me intriga mucho.

Pero, la verdad, es que la novela me ha decepcionado bastante -la trama inicia cuando Julia, una joven restauradora de pinturas, encuentra en La Partida de Ajedrez, cuadro de un pintor flamenco del siglo XV, una inscripción escondida detrás de una capa de pintura, que en latín dice ¿quién mató al caballero? El cuadro será eventualmente subastado y por ello, la inscripción puede aumentar su valor tanto histórico como monetario. Julia entonces se pone en contacto con Alvaro, su ex amante y profesor universitario, y otros personajes que son parte de su vida y un apoyo para descubrir el misterio, entre ellos César, su mentor y quién se hizo responsable de ella cuando quedó huérfana, y Menshu, quién es la agente que venderá el cuadro. Con su apoyo, Julia descubrirá lo que el pintor realmente representó en el cuadro -el asesinato de uno de los tres personajes históricos que ahí aparecen y las razones que lo llevaron a hacerlo.

Sonaba bastante bien. Pero como indiqué al principio, creo hubo demasiados errores en la ejecución. Ahora bien, no sé si esto se deba a que si mal no recuerdo, ésta es una de las primeras novelas de Pérez-Reverte -fue publicada en los noventas- pero siento que el autor prestó atención a muchos detalles que poco aportaban a la trama del libro y que incluso, llegaban a distraer de lo importante -el misterio de un asesinato revelado en el cuadro y lo que revelaba la partida de ajedrez. Hay unos capítulos interminables y francamente tediosos sobre la relación de Julia con Álvaro que había acabado meses antes del inicio de la historia así como párrafos y párrafos sobre la relación de Julia con César, y con elementos francamente bizarros -César es homosexual (y para mi gusto, con todos los clichés nefastos que pudo encontrarle y peor aún, se da a entender que puede haber entre ellos una relación entre complejo de Electra/incesto, lo que resulta totalmente innecesario a la trama.

En mi opinión, los personajes están llenos de clichés y esto es lo que me sacaba varias veces de contexto y me hacía perder la paciencia en la lectura. Cabe señalar que, además del misterio del cuadro, a los pocos días de que Julia inicia su investigación, empiezan a ocurrir también varias muertes. Pero de tan pobres que me parecían los personajes, realmente ni me pareció interesante descubrir el misterio en sí del cuadro, y cuando se revela quién es el asesino en el tiempo actual, en verdad que no pudo interesarme menos. El último capítulo es largo, totalmente aburrido, la descripción de un personaje totalmente enfermo pero que resulta insoportable no por su mente retorcida, sino por un narcisismo que está mal construido y es trillado.

Creo que este libro hubiera resultado mucho mejor logrado de haber dedicado más espacio a descubrir al cuadro, y que los capítulos relacionados a su historia fueran contados desde la perspectiva de los protagonistas -Beatriz de Borgoña, la mujer representada ahí, pudo haber sido un personaje extraordinario en sí - como a manera de flashbacks. Considero que la historia que da pie a la trama -la de la pintura- fue relegada a un segundo plano, en aras de una protagonista que me pareció un tanto distante -Julia- y a una historia y a unos crímenes que realmente, por la forma en que se plantearon, me parecieron algo simplones y tontos.

El autor nos presenta un misterio de otro tiempo que, al resolverlo, desencadena otro misterio más terrible aún. Y en medio de todo ello, lecciones magistrales de ajedrez y de historia.
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Toda la novela ha sido un juego, desde el cuadro hasta los personajes, desde la historia a la vida real. Una apasionante y delirante juego con el lector que me ha parecido sublime.
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Confieso que he utilizado la famosa pizarra de agente criminalista para ir desgranando en cada capítulo mis sospechas, cosa que a mi compañero de lectura le ha hecho mucha gracia, pues él intentaba llevarme por senderos erróneos al ser la suya una relectura.
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He conectado muchísimo con dos personajes que me parecen bordados: César y Muñoz, los mejores con diferencia de la novela. Personalidad exquisita una e incisiva a la otra, pero ambas inteligentes a rabiar.
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Y, aunque mis sospechas ya hacía algún tiempo recaían sobre el/la supuest@ asesin@ (porque mi mente tiene un punto de retorcimiento que me encanta), reconozco que alguna vez tuve dudas.
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Un final de acción apoteósico, y un final del libro que cierra un círculo de forma impecable con la historia inicial del cuadro.
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Con un estilo concienzudo, intenso, muy valorable, nos deslizamos por estas páginas manteniendo la expectación con altos niveles de adrenalina.
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La pluma de @perezreverte en esta novela es elegante, intrigante y, por mucho que le duela a alguien, magistral.
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Os recomiendo que no veáis la película porque parece ser que es mala a rabiar. Disfrutad con el libro una excelente historia contada de principio a final de manera espectacular.

Julia es una restauradora de arte a la que se le encomienda la restauración de la tabla de Flandes, un lienzo del siglo XV pintado por el flamenco Pieter van Huys. Durante el proceso de restauración descubre, gracias a los rayos X, una inscripción oculta en el cuadro: “Quis necavit equitem” (¿Quién mató al caballero?), que le hace plantearse una serie de cuestiones, entre ellas: quiénes son los personajes del cuadro y por qué van Huys ocultó la inscripción hace quinientos años. Para responder a esas preguntas Julia recurre a César, un amigo anticuario que es como un padre para ella, y a Álvaro, un historiador de arte con el que mantuvo un romance. Así es como descubre que los personajes retratados son Roger de Arras, Fernando de Ostenburgo y Beatriz de Borgoña y que la inscripción oculta constituye la clave de un secreto que pudo haber cambiado la historia de Europa.

Al poco de recibir el informe de Álvaro en el que se estable quiénes son los retratados y la relación que les une, Julia recibe la noticia de que éste ha sido encontrado muerto en la bañera de su casa. En un principio todo apunta a un trágico accidente pero los acontecimientos que se desencadenan llevarán a una nueva muerte en la que el ajedrez y, más concretamente la partida que el maestro van Huys pintó en su cuadro, es determinante porque el asesino les invita a que jueguen esa partida al revés. Para ello, contarán con la ayuda de Muñoz, un ajedrecista que será clave para desvelar los misterios que rodean La tabla de Flandes.

Pérez-Reverte crea una trama muy bien estructurada en la que la partida de ajedrez es el eje central sobre el que se desarrolla la historia que engancha de principio a fin. Escrita con un lenguaje sencillo y sin artificios, los movimientos del ajedrez marcarán el desarrollo de la trama en la que el juego de espejos (la partida dentro de la partida), las trampas y equívocos se mezclaran no solo con la pintura, sino también con la música, la historia y las matemáticas.

Quien se anime con La tabla de Flandes encontrará una lectura que va in crescendo a cada página, unos personajes bien perfilados desde los principales a los secundarios y un final sorprendente que no deja indiferente. Sin embargo, adolece de algunos tecnicismos ajedrecísticos que, para quienes no sepan jugar, se les escaparán datos y llegarán a resultarles un poco tediosos pero que, desde mi punto de vista, es necesario para el desarrollo de la historia.

Aunque en términos generales he disfrutado mucho leyendo esta obra tengo que decir que me ha gusto más la parte en la que se esclarece el enigma de la inscripción del cuadro que en la de descubrir al asesino puesto que, aunque me ha sorprendido, no termina de convencerme los motivos que da para matar. Además, el final es abierto y deja al lector con la duda de si la protagonista aceptará o no lo que se le propone.
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Decepcionante es la palabra que mejor describe lo que me pareció este libro, más después de tenerlo bastante tiempo en mi lista de pendientes. Predecible, con diálogos y razonamientos que llegan a ser aburridos, demasiada parafernalia para decir nada o muy poco, personajes sacados como de un esquema.Tenemos al tipo mayor, culto, de gustos refinados, de buen vestir y homosexual, también tenemos al sujeto carente de habilidades sociales y que es casi un nerd del ajedrez. Y así podemos seguir
Como dije predecible, se adivina sin esfuerzo al "malo" al punto que cuando es descubierto la sorpresa es nula, a esto se agrega que luego viene el diálogo con las consabidas 'explicaciones" de su actuar las que son casi insultantes para el lector.
Al ir leyendo me preguntaba si mi mala percepción se debe a que no juego nada de ajedrez y mis conocimientos sobre está disciplina son casi nulas, pero he leído otros libros relacionados con el juego y no conocerlo no ha sido impedimento para disfrutar el libro.
En cuanto al misterio de la pintura digamos que este que casi se pierde entre las páginas. Se soluciona, pero carece de total importancia para el desarrollo de la trama y no tiene relación con las motivaciones del antagonista, solo importa al final que dos de los personajes del cuadro juegan ajedrez, lo otro es secundario y casi se pierde en la anécdota.
El libro gira totalmente al rededor del ajedrez hasta el hastío y lo único que rompe eso es unos diálogos en que uno de los personajes lo relaciona todo o casi todo con la música de Bach
Que al final eso me dejó el libro, deseos de escuchar su música .

♟️ 𝒖𝒏𝒂 𝒐𝒃𝒓𝒂 𝒎𝒂𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂

Ajedrez, una inscripción oculta en un cuadro y un misterio de otro siglo por resolver que tiene consecuencias terribles e inesperadas para los protagonistas. Como premisa ya apuntaba maneras, pero lo que encontré al leer este libro fue una maravilla que intercalaba el mundo del ajedrez, del arte y del misterio de una forma sublime.

☞ El juego. Eso es esta novela: un juego. El autor te convierte en otra pieza del tablero, intentando averiguar su siguiente movimiento. Cada turno se convierte en una sorpresa y terminas desechando una teoría tras otra, porque los movimientos del autor son impredecibles.

☞ El desenlace. Inesperado. Sorprendente. A mí me dejó sin palabras, porque de todas las posibilidades esa es la última que te pasa por la cabeza.

☞ El misterio del cuadro. Fue una de las partes que más disfruté, todo ese halo de misterio que rodeaba a la partida que se jugaba en el cuadro y las consecuencias de esta para los protagonistas.