(Soy) la Eternidad. No pidas un nombre más terrible.
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(Soy) la Eternidad. No pidas un nombre más terrible.
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Soy sombra de un destino aún más espantoso que mi aspecto, y antes que ese planeta se haya ocultado, lo oscuro que arrastro cubrirá en noche eterna el trono vacío de los Cielos. |
Dolor es mi elemento, como odio el tuyo
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¡Ay! Yo te compadezco y me odio a mí mismo pues no puedo hacer más: al regresar de verte, el Cielo, por un tiempo, me parece un Infierno, pues tu figura rota me sigue noche y día con risa de reproche |
Sufrir males que cree la Esperanza infinitos; perdonar las ofensas más negras que la muerte; desafiar el Poder que parece absoluto; amar y soportar; crear desde la ruina de la esperanza todo lo que ésta se propone; no cambiar ni dudar ni arrepentirse nunca. |
Y también las mujeres pasaban, claras, bellas, tiernas, cual cielo libre que lanza luz reciente y rocío en la tierra; formas dulces, radiantes, puras, sin la mancilla de la costumbre, hablando con la sabiduría que nunca imaginaron, expresando emociones antes siempre temidas, transformadas en todo lo que no se atrevieron, haciendo que la tierra se pareciera a un cielo. |
¡Ay, ay! Los elementos no me obedecen ya. Aturdido, me hundo en la profundidad; ya para siempre caigo. |
Todo se ha sometido a mi poder; tan sólo el alma humana, como un fuego inextingible, aún arde contra el cielo con dudas y reproches severos, con lamentos y oraciones forzadas, provocando revueltas que pueden socavar nuestro ancestral imperio construido en la fe antigua y en el miedo, coetáneo del infierno. |
Los sonidos inundan el cerebro del que escucha, con tanta suavidad que acaso la alegría se hace pena. |
Yo seguí hasta que tú, ¡Oh Rey de la tristeza!, con sonrisa cambiaste mis peores visiones en recuerdos alegres. |
Marinero en tierra