Cuando comencé el libro pensé que iba a devorarlo en pocos días. Pero por suerte Pia me marcó los tiempos y me ha hecho ir digiriéndolo poco a poco. Al comenzar la lectura me llamó la atención ver que no estaba distribuido por capítulos y al de poco fui consciente de que Pia se estaba desnudando ante mí cuando me percaté que estaba leyendo su diario. Los últimos años de su vida compró una finca abandonada y se dedico a transformar su maravilloso jardín haciendo las cosas que amaba, como cuidar de la naturaleza y de las plantas. A lo largo de este libro nos presenta una conmovedora crónica de un deterioro progresivo de su cuerpo que le hará generar un vínculo especial con su jardín, al que inicialmente cuidaba y a medida que se encuentra más limitada por imposibilidad de moverse seguirá sintiendo libertad, tranquilidad y paz. Además, iremos recorriendo el viaje interno de Pia desde la rabia y el desánimo, alimentada por la esperanza de posibles curas casi mágicas de poco fundamento en la que, aunque no crea prueba a recurrir a ellas, aunque siempre termine dejándolas dado que es consciente que el deterioro prosigue su lento camino. Nos muestra el miedo y la ansiedad. Miedo a ahogarse, miedo a que llegue a un punto en el que no pueda moverse o no pueda comunicarse y que nadie le ayude a acabar en caso de que ella lo quisiera. Lentamente aprende a aceptar su nueva condición y ser consciente que al vivir el aquí y ahora, sin desperdiciar energía en el vano anhelo de cambiar lo imposible. Todo ello junto a su fuerza interior, la presencia de sus amistades, su perro Macchia le hace sentir amor por la vida. Pia Pera falleció en 2016 a los 60 años. Estaba afecta por una esclerosis lateral amiotrófica. |