Trece historias: Sirena de dos colas

Me ha puesto la piel de gallina. Por desgracia este relato dentro de Compendio es un grito a la realidad. Me ha resultado escalofriante estar dentro de la mente del protagonista, como piensa, lo que siente, lo que para él es real, sus sentimientos... y me ha causado un miedo atroz, pensar que fácil resulta, por desgracia, el acoso, la situación extrema a la que llega este personaje para conseguir lo que quiere, lo que para él es algo verdadero y que piensa que Sara quiere. Miedo de pensar que por desgracia, pasa, y que alguien como Sara no se da cuenta de nada, y sigue con su vida, su trabajo y su alegría, no puede hacer nada para pararlo, por que no hace tampoco nada para provocarlo, simplemente vivir. Y esa es su condena, cruzarse con alguien que va a cambiar su vida para siempre, y la de todos los que están a su alrededor.
Muy recomendable de leer.

Segundo relato que leo de este compendio de trece historias y al igual que el primero (La Noria) me ha gustado bastante. Me quedo con ganas de más. Este lo leí en el avión en un vuelo corto, me sirvió para el tiempo de vuelo, así que se lee fácil y rápido pero deja huella, solo en pensar que en la vida real existe gente así me pone la piel de gallina. Gente obsesiva, personas trastornadas que distorsionan la realidad y tienen unos deseos locos. Mejor vuelvo a mis lecturas frescas antes de seguir con estos relatos que son bastantes perturbadores.

Sirena de dos colas transcurre en una cafetería conocida por todos, con un narrador obsesionado con una de las camareras y haciéndonos partícipes de la rápida escalada de esa obsesión. Aunque me parece que parte de una idea muy buena, me pareció demasiado repetitivo; es de esas curiosas ocasiones en las que lo mismo que me gusta es lo mismo que terminó por disgustarme: en este caso la narración en primera persona le da mucha fuerza a la historia porque nos permite conocer la obsesión de primera mano, pero en mi opinión el relato habría sido más redondo con menos páginas; que, dicho sea de paso, tampoco me gustó el momento en el que nos deja el autor.
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