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Debo admitir que el género de ciencia ficción nunca ha aparecido en el podio de mis libros favoritos, pero esta es una excepción muy especial que me hizo reconsiderar mis puntos de vista sobre este genero. Recuerdo que su lectura está llena de frescura y tensión. Su conmovedora historia no solo me hizo ser consciente de los peligros que enfrentan los protagonistas, sino que también me hizo sentir simpatía, lástima, ternura y comprensión por Alba y Dídac. El narrador recorre toda la historia, tratando de explicar claramente la situación de los niños y sus propios pensamientos, deseos y fantasías. La ambientación del espacio y el tiempo es obviamente realista, se establece en un tiempo incierto, pero la acción es precisa y clara. Después del impacto inicial, los chicos comienzan a adaptarse a la nueva situación. Como el pueblo esta lleno de cadáveres, escapan del peligro de la epidemia y se dirigen al bosque, no sin antes recolectar los alimentos y productos necesarios para sobrevivir. Su supervivencia está amenazada, y deben trabajar juntos para avanzar, aprender medicina de libros robados, construir una biblioteca, aprender a conducir y construir una forma de vida, mientras huyen e investigan tratando de esclarecer lo sucedido. Cabe destacar también que hay dos momentos importantes en esta historia, el primero es un evento realizado en una playa francesa, donde Alba y Dídac conocieron a otros supervivientes. Parecían inofensivos a priori, pero cuando Alba vio que eran tres adultos y su malvada intención era matar a Dídac y tener relaciones sexuales con ella, finalmente los mata. El segundo, y quizás el punto más importante, trata sobre la bonita relación que se establece entre los dos supervivientes, es decir, el amor entre Dídac y Alba no solo asegura que los lectores sigan leyendo la historia, sino que además en la novela también asegura la supervivencia y reproducción de la especie. Esta es una novela de ciencia ficción con un final triste y épico.
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