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La pluma, la magia de la delicadeza es la pluma de Verónica Pazos. Sus palabras suenan como el agua de un arroyo, o como el crepitar de una chimenea, o como el viento que juega con la sintonía de un bosque para crear sus propios sonidos. Es delicada, dulce y preciosa. Es magia pura, pero distinta de la que posee la historia. No sabría ni siquiera definir qué es lo que la hace tan especial, pero cada uno de sus párrafos se siente como una trampa venenosa que te atrae con su dulzura y caes rendido ante la trama, aunque sepas que no puedas salir. Ahora bien, no sé si quizás se deba por la prosa, pero he sentido a sus personajes un poco distantes, sin poder llegar a conectar del todo con ninguno de ellos; también puede ser porque la historia no deja que te identifiques con ninguno de ellos, algunos son crueles, otros ansían venganza y otros se dejan llevar por sus meros deseos para conseguir lo que quieren. Son personajes escurridizos y muy suyos, quizás por todo ello no estoy segura aún de si me han gustado o no los he entendido porque no están escritos para entenderlos. La leyenda artúrica nunca me ha terminado de llamar la atención, al igual que la leyenda de Merlín, pero me daba tanta curiosidad esta historia, que me decidí a embarcarme en ella incluso aunque hubiera posibilidades de que no la disfrutara. Y, bueno, no es como pensaba que sería, aunque quizás me he perdido referencias a la leyenda original que me habrían hecho darme cuenta de detalles, pero no me ha impedido introducirme en su historia y dejarme llevar por el relato. Sí, todo sucede en una sola noche, pero lejos de resultar pesado, precipitado y confuso, digamos más bien que es mágico, avanza a un paso natural, sin hacerse ni denso ni rápido, es una noche un tanto peculiar. La novela se divide en dos partes, además de muy diferenciadas y, aunque la primera mitad me estaba enganchando mucho, la segunda terminó de conquistarme por completo. Magia, oscuridad, bosque, entes extraños y creo que hadas, humanos atrapados, pájaros blancos y un rey que no deja de cambiar cada año, tras una máscara de ciervo que lo hace igual por fuera, pero distinto en su personalidad. Todo ello me ha encandilado, es esa clase de fantasía oscura que se anida en tu corazón y te pide más, más de sus criaturas, más de sus vidas y de sus historias, más de su reina y más de lo que hay escondido en su castillo, de sus semejanzas con Camelot, pero también de sus diferencias. No sé ni lo que estoy diciendo, pero ese extraño mundo me ha llevado consigo y, aunque han pasado algunos días, aún sigo vagando entre sus pasillos. El final me ha parecido perfecto. He leído quejas de que queda un poco inconcluso, pero creo que la autora lo ha hecho a propósito, no lo deja totalmente cerrado, ni completamente masticado, deja caer algunas pinceladas para que el lector se dibuje el final verdadero, lo que sucede en los últimos párrafos y crear esa sensación de desasosiego por pensar si quizás ha terminado de otra manera. Tengo muchas ganas de leer algo más de esta pedazo de autora. |
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