Poesías Completas

Si en su primer poemario titulado “Trabajar cansa”, publicado en 1936 y reeditado en 1943, Pavese crea un cancionero de base vanguardista bajo la influencia de Whitman, Baudelaire, Shakespeare y Homero, donde sus poemas narrativos tienden a la transparencia, a la descripción naturalista y donde la experimentación poética era lo primordial en su afán de alejarse de la retórica arcaizante y del simbolismo que acostumbraba a idealizar la realidad, con el tiempo esa fórmula de narración de imágenes, donde a menudo cancela el yo poético para convertirlo en una tercera persona, en una figura abstracta y genérica y juega con el monólogo interior y el relato directo e indirecto o el vocabulario más sencillo y popular, se le antoja insuficiente.
Por eso, en “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos” su segundo y póstumo poemario, publicado en 1950, se adentra plenamente en lo simbólico, pero manteniendo sus temas constantes, sus obsesiones centradas en la soledad como condena existencial, en el mundo rural y la infancia como mito, en la búsqueda de lo universal humano, de la memoria atávica, de lo mítico, lo salvaje, lo ignoto, lo irracional, en la búsqueda del fondo mítico de su propia personalidad, en la búsqueda de una huida de toda esa oscuridad que sus circunstancias vitales cernían sobre él.
En “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos” sus poemas adquieren una musicalidad, un bello tono de letanía y se vuelven más herméticos, presentan una mayor acumulación de metáforas que parecen girar siempre alrededor de una mujer, una mujer misteriosa, enigmática. Una mujer en la que muchos se limitan a ver a una actriz cinematográfica norteamericana, Constance Dawling, de la que se dice que estuvo muy enamorado Pavese, sin ser correspondido.
Sin embargo, la mujer, la tierra, el mar, en “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos” se convierten en todo un símbolo de una realidad mítica, donde se funden las tres imágenes en un todo, en una sola idea y en una presencia constante en todos sus versos, de la misma manera que lo son el silencio, las habitaciones, las voces y los espacios interiores que aluden a la introspección del poeta, que entiende que todo forma parte de un todo, un todo que integra el amor, con la muerte, con la vida, pero un todo que siente que le ha dejado al margen y que sin embargo le ha convertido en un modelo artístico indiscutible de la poesía italiana e internacional.

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