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Crítica de laurass89


laurass89
24 April 2020
Entre la virtud y el vicio
Hans es un hombre sin ataduras, multimillonario gracias a sus empresas y su posición de nobleza, vive entre el trabajo, los actos sociales y su rol de Dominante. Todo cambiará cuando le den una terrible noticia, un amigo de la universidad y su esposa han fallecido, él quedará a cargo de Ivy, su hija. Con ella bajo su tutela, Hans renunciará en cierta medida a su sexualidad, pero conseguirá ofrecer a Ivy todo lo que necesita.
Este es el inicio de nuestra historia de hoy y, como os podéis imaginar, la relación entre Hans e Ivy irá evolucionando a unos derroteros que superarán la relación inicial entre tutor y tutelada. Ahora bien, no pisemos el acelerador porque la novela tampoco lo hace. Si hubiera que destacar una sola cosa de la novela, quizá fuera lo bien alimentada y cocinada que ha escrito la autora la relación sentimental entre Hans e Ivy.
La historia comienza cuando la muchacha tiene 14 años, y si bien es cierto que Ivy pronto comienza a ver a Hans como algo más, cosa que, por otro lado, es lógico en las relaciones con el poder en la adolescencia; Hans tratará en todo momento a la muchacha con el afecto y cariño que se tiene a una sobrina. Y esto lo ha hecho también muy bien Paula Roselló, la relación entre personajes, entre todos, es ajustada y en ningún momento dramática. Por ejemplo, la relación de Hans con Ivy jamás llega a parecerse a una relación paternal y por tanto en el momento en el que es posible que el romance entre ambos se dé, no nos parece algo tan disparatado (antes de las calificaciones, esperad al siguiente apartado).
Por otra parte, el tiempo que se desarrolla en la novela es un tiempo bastante extenso, permitiendo al lector no solo ver el desarrollo de las relaciones, sino también la configuración psicológica tanto de Hans como de Ivy. de esta manera se permite la novela que entendamos qué es lo que motiva a uno y otro a fantasear o estar en el mundo BDSM. Y este es otro de los puntos interesantes de la novela porque, teniendo este componente, no se deja llevar por él, ni abusa de sus escenas, sino que lo desarrolla con la naturalidad que se desarrollaría cualquier otra práctica sexual.
Pero, no todo podría ser perfecto. La verdad es que, aunque he leído rápido la novela, ha habido dos cuestiones que no me han terminado de convencer. Por un lado, podríamos decir que la novela tiene dos tramas: la relación Hans-Ivy y la investigación que hace Hans sobre la trata de personas. Ya hemos dicho que la relación se plantea muy bien y que se lleva estupendamente, sin embargo, la parte de la investigación no me ha gustado nada. No por lo que pase en ella, hay escenas que me parecen muy interesante, sino porque parece metida con calzador para enseñarnos que Hans, a pesar de ser un Dominante, es buena persona. Y cuidado, ese ‘a pesar' no lo pongo yo, es lo que me ha sugerido la insistencia en el cometido de Hans. Además, el ritmo en la investigación era muy estático. Por otro lado, en la parte de la relación Hans-Ivy creo que se ahonda poco en ella a partir de la segunda mitad del libro. Es como si una vez que se ha llegado a donde queremos llegar, no nos interesara su cotidianeidad, su sentimentalidad. En este sentido, he acusado los saltos temporales y he tenido la sensación de que me perdía cosas importantes por el camino.
La fina línea que lo separa todo
Como decía más arriba, creo que la autora ha llevado bien el progreso de la relación entre ambos protagonistas, no obstante, el lector más crítico con estas prácticas sexuales encontrará argumentos para minusvalorar la obra. En mi caso, creo que la obra juega con fuego y que hay algunos momentos en los que se quema. El planteamiento BDSM no es algo que me intimide ni que me desagrade, entiendo la práctica, aunque no creo que fuera capaz de compartirla, y no estoy de acuerdo con los detractores que hablan de la humillación y denigración, generalmente de la mujer obviando que existen sumisos masculinos. Creo que dentro de la libertad individual existe también la libertad en la obtención del placer entre adultos que llegan a un acuerdo.
Sin embargo, creo que la novela peca en exceso de justificación, de querer conferir a la práctica un estatus de categoría innata, y en obviar algo que, fuera ya del BDSM, no es que sea un tabú, es que, quizá, lleve a un asunto algo viciado. Cuando todo sucede es cierto que nuestra protagonista ya tiene la mayoría de edad y que su formación psicológica «ya ha terminado», pero no podemos dejar de ver que, en ese desarrollo, la figura de autoridad y guía vital ha sido Hans. Así sucede al contrario, Hans no debería olvidar cuál ha sido su papel en la formación de la muchacha, y que seguramente este sea determinante para las inclinaciones que Ivy demuestra tener. Así, los intentos explícitos por asegurar la libertad de Ivy en sus decisiones, por afirmar que Hans es un hombre íntegro y buena persona, y las miles de comprobaciones antes de que se inicie en el BDSM nos hacen sospechar. El problema no es que a Ivy le guste o no el BDSM, sino que le guste Hans a secas.
¿Sí o no?
Ahora que han pasado un par de días desde que lo leído, el recuerdo no es malo. El giro final de la novela es estupendo y sí que invita al lector a leer la segunda parte, porque, además, bajo mi punto de vista, se resarce de esas cosillas que he mencionado más arriba. Los personajes, como he comentado, están bien construidos y tiene relaciones muy interesantes; las menciones al BDSM se realizan desde el conocimiento, y cuando se narran se hace desde el más absoluto respeto y erotismo.
Creo que Paula Roselló ha arriesgado y ha aprobado. Os invito a lanzaros a sus páginas con la cautela de quien se adentra en un tema controvertido, con la mente abierta y siendo justos tanto para lo que sí como para lo que no. Espero que os guste.

Enlace: http://ellibroenelbolsillo.b..
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