 |
Desde que vi hace varios años la película, la cual me encantó, sabía que acabaría leyendo la novela. Ha sido una absoluto acierto. Therese es una joven escenógrafa recién graduada, que acaba de encontrar trabajo en una tienda de juguetes para la campaña navideña. Un día, aparecerá una extraña y atractiva mujer llamada Carol. La atracción será inmediata. Lo que más me ha gustado, sin duda, son los personajes de Carol y Therese y la evolución de ambas. Therese empieza como una joven tímida, que se deja llevar y querer por su joven (y acosador) amigo Richard, sin sentirse cómoda. Cuando conoce a Carol siente una enorme admiración por esta, que la llevará poco a poco a la madurez y a tomar un carácter seguro, impensable en las primeras páginas. Por otra parte, Carol, en apariencia fría, distante e incluso algo frívola, se nos irá demostrando mucho más frágil a lo largo de la novela. Eso sí, ambas mujeres valientes que abrazan lo que son sin miedo al exterior. El papel de los dos personajes masculinos interesados en las protagonistas refleja perfectamente la opresión del hombre sobre la mujer y esa impotencia vengativa que siente este tipo de personalidad cuando no puede gobernar a la mujer. El retrato es obvio y claro, y no ha cambiado en la actualidad. El final me ha encantado, hasta el punto de emocionarme. La importancia de que esta novela se publicara en 1951 y que critique directamente a ese puritanismo de la clase alta, lanzando un mensaje de respeto y tolerancia a las personas LGTB, en este caso dos mujeres lesbianas, es muy significativo. Igual que la valentía de la autora, que ya había conseguido el éxito con Extraños en un tren y no necesitaba el riesgo. de hecho, tuvo que publicarla con seudónimo, porque se lo rechazaron inicialmente. En su día la película se convirtió en una de mis pelis lésbicas favoritas y ahora también se convierte el libro en una de mis novelas lésbicas indispensables. |
>
