Las once vidas de Uria-ha

Esta novela me llamó la atención cuando la vi entre las próximas publicaciones de la editorial. La portada, con ese toque medieval y la batalla que parecía estar teniendo lugar entre los tres personajes que la componen, me atrapó de inmediato. Me gustan mucho las novelas ambientadas en la Edad Media, y la sinopsis, tocando el tema de las reencarnaciones y las traiciones en torno a un triángulo amoroso, presentaba ingredientes de los más jugosos y, la verdad, una vez terminada su lectura, he quedado bastante satisfecha y sorprendida con la historia desarrollada por Patricia García-Rojo.

León es un joven ladrón que sobrevive gracias a su ingenio y su habilidad para saquear en el pequeño pueblo de Odeón, un pueblo en apariencia tranquilo si no fuera por la emoción y la festividad que empieza a darse a raíz del anuncio del despertar de los Perpetuos. Desde el inicio de los tiempos es algo normal que aquellas personas que mueren en su primera vida con algún que otro asunto sin resolver, regresen de nuevo a la vida en el cuerpo de otra personas a través de un ritual de reencarnación donde toman un brebaje que les hace despertar en el cuerpo de un nuevo huésped, siendo posible, así, saldar viejas deudas o resolver cuestiones pendientes de sus vidas pasadas. El número de reencarnaciones puede ser ilimitado, pero rara vez superan más de una vida. Sin embargo, la leyenda de los Perpetuos se ha recogido de generación en generación: Uria-ha, el Amante; Eria Dar, la Amada; y Cilterión, el Tercero, han anunciado su reencarnación número once, viviendo una vida tras otra arrastrados por el lazo que los une desde la primera vida, sin encontrar el descanso eterno, viviendo reencarnación tras reencarnación alimentándose de la sed de venganza y la lucha por conseguir el corazón de una Amada que con el paso de sus vidas siente que no le quedan fuerzas para seguir aguantando más guerras y reencarnaciones.
Pero la undécima vida marcará un cambio importante y León se verá envuelto en un laberinto de sociedades secretas, cronistas y Perpetuos que cambiarán su vida para siempre.



Las reencarnaciones y la evolución del amor de una vida a otra es un tema que se ha tocado muchas veces en la literatura, pero nunca de esta forma que nos presenta Patricia García-Rojo, al menos que yo haya tenido ocasión de leer. El tratamiento que le da la autora me ha parecido sumamente original y me ha mantenido pegada a sus páginas sin remedio, aún cuando, con la aparición de cierto personaje, vi claramente el desenlace que tendría lugar. Pese a ello, me ha resultado una lectura muy agradable, adictiva y con elementos bastante curiosos y atractivos.
El grosor de la novela está narrado desde el punto de vista de León, un personaje en principio ajeno a todo lo relacionado con los Perpetuos y que, finalmente, acaba siendo el centro de la trama. Pero también nos encontramos con capítulos que relatan brevemente cómo fueron las otras diez vidas de los Perpetuos y el triángulo amoroso al que se vieron sometidos en cada una de esas diez vidas, ayudando al lector a ponerse en situación y comprender y conocer más en profundidad la carga tan pesada de estos tres personajes.
Junto a la narración de las vidas pasadas y el desarrollo de la historia en el momento actual desde la perspectiva de León, también me ha maravillado la ambientación medieval y todos los preparativos y la expectación que rodea al despertar de los Perpetuos, un hecho sinónimo de celebración y alegría para todos los habitantes del reino, en especial para los cronistas, las personas encargadas de que cada reencarnación quede plasmada en papel para conocimiento y control de las futuras generaciones de cronistas, así como para la custodia y salvaguarda de los bienes que los Perpetuos dejan en cada vida, para que así puedan hacer uso de ellas en las vidas venideras.

Los personajes están muy bien caracterizados. Hay secundarios que cobran especial importancia, como es el caso de Cara, la madame del pueblo, y una gran amiga de León, una mujer con la que puede contar en las buenas y en las malas, decidida, inteligente y con un pasado del que supo sacar máximo provecho y convertirlo en algo positivo y favorable de cara a su futuro. Tris Alar, cronista de la casa de la Amada, también es un personaje que adquiere peso con el paso de las páginas. Es una chica de primeras tímida, pero con un buen sentido de lealtad; dulce, sencilla y confiada, que supondrá un gran apoyo para Uria-ha y León.
Pero tengo que destacar especialmente a Uria-ha y León. No voy a detenerme mucho en ellos porque no quiero soltar spoilers. Sólo añadir que ambos personajes sufren una evolución tremenda. Hay una dualidad indiscutible y me ha resultado muy interesante y curiosa la evolución que experimenta Uria-ha gracias a la influencia y connivencia con León.

Como punto negativo lo cierto es que me esperaba algo más de bombo y platillo al final de la historia. En vista a cómo terminaron las anteriores vidas de los Perpetuos, entre muertes, sangre, suicidios y asesinatos, me esperaba un final con más acción, con un nuevo enfrentamiento entre Uria-ha y Cilterión que determinase el vencedor y merecedor del amor de Eria Dar. Sin embargo, la historia se resuelve de forma pacífica y sin enfrentamientos que vayan más allá de las palabras. Te llevas toda la historia esperando el momento en el que los Perpetuos vuelvan a juntarse y, cuando llega ese momento, todo es demasiado breve y para nada lo imaginado. Con todo, reconozco que el final resultante me ha dejado bastante satisfecha, pero eso no quita que me hubiese gustado ver un poco más de acción por el camino y un reencuentro más impactante y dinámico.

Y no sé si destacarlo también como algo negativo o como un claro reflejo de la mentalidad y costumbre de la época medieval que la autora utiliza como emplazamiento de la trama, pero Eria Dar no ha sido un personaje muy claro en matices y santo de mi devoción, y por eso no me ha gustado su implicación y presencia en el apartado romántico. La Amante es la culpable de la lucha continua entre Uria-ha y Cilterión una vida tras otra. Ambos luchan por conseguir el corazón de Eria Dar y poder vivir finalmente la última vida en los brazos de la mujer a la que aman, pero la Amante sólo conoce dos modos de actuar vida tras vida: o espera impasible al vencedor o pone fin a su vida, o a la vida de los tres, de forma prematura con la esperanza de que el próximo despertar tenga más sentido o, con suerte, no vuelvan a despertar jamás. Eria Dar me ha parecido un personaje frágil que, ante la adversidad, prefiere cortar de raíz y no luchar por lo que de verdad siente y quiere porque, en realidad, ni siquiera ella sabe lo que siente y quiere. No tiene una actitud activa en el triángulo amoroso y he sentido de que Cilterion y Uria-ha eran los únicos con sentimientos verdaderos y eternos para con Eria Dar y que ella sólo estaba ahí para conformarse con aquel que le permitiera conocer por fin la paz y el descanso eterno.

Así que, dicho lo anterior, como Eria Dar no me ha caído en gracia, me alegró doblemente el desenlace, obteniendo cada cual un final que, no siendo el esperado por los Perpetuos a lo largo de sus once vidas, sí ha resultado ser el que cada uno se merecía como consecuencia de las decisiones, las amistades y los enemigos forjados durante todas sus reencarnaciones y, en especial, la número once.

En resumen, 'Las Once Vidas de Uria-ha' es una historia que aborda el tema de las reencarnaciones y el triángulo amoroso desde una premisa diferente y muy original, con unos personajes, tanto principales como secundarios, bien caracterizados, y con una ambientación medieval marcada por la festividad y la tradición ritual del despertar de los Perpetuos que me ha encantado. Como punto negativo, la presencia pasiva de la mujer en la encrucijada del triángulo amoroso, pero con un final que, aún siendo algo previsible y carente de acción, me ha dejado muy satisfecha.

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