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Es un thriller psicológico que te mantiene en vilo en todo momento. La protagonista, Cass, me ha encantado junto a la intriga que le da. Está narrado en primera persona y eso hace que vivas con ella todo el suspense. Todo empieza una noche, cuando Cass coge un atajo para volver a casa. Es una carretera en mitad del bosque (yo no lo hubiera hecho ni en broma) que va directa a su casa. Pero mientras avanza, ve un coche aparcado con una mujer dentro. En vez de parar, salir del coche y ayudarla por si necesitaba ayuda, ella continúa. A la mañana siguiente, esa mujer está muerta y Cass se siente culpable por no haber parado. Como su marido le había "prohibido" ir por ese camino, ella decide no contarle nada a nadie y empieza a obsesionarse con el tema. Si eso fuera poco, Cass empieza a recibir llamadas anónimas en las que nadie habla al otro lado del teléfono (para ser sincera, me pasa eso a mí, y ya hubiera cambiado de número). Las llamadas ocurren cuando ella está sola. Piensa que las llamadas son del asesino que ha matado a la mujer. Cass también empieza a olvidarse de cosas y eso le hace pensar que está sufriendo la misma demencia que su madre. Poco a poco, y con teorías que te vas haciendo, descubres quien es el asesino antes de saberlo. Cosa que no me ha gustado. La trama empieza fuerte y potente pero va decayendo de una manera brutal. Creo que podría haber sacado más jugo a la historia. Me ha dejado con ganas de más y con cosas en el libro que sobraban. La autora consigue que tengas la misma angustia, miedo y culpa que la protagonista y eso hace que la lectura se haga amena y no puedas parar de leer. Pero como he comentado anteriormente, hay cosas que se hacen pesadas y sobraban. |
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