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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
04 April 2020
Con esta reseña doy por completado el nivel 2 del reto Todos los clásicos grandes y pequeños, y no sé si os sorprenderá o no, pero es la premisa a la que más respeto tenía (y tengo) desde que di forma al reto... y es que la relación entre los clásicos españoles y yo no es demasiado fluida. Mirad que lo siento, o a lo mejor ha sido mala suerte escogiendo títulos, pero me cuesta muchísimo conectar. Así que con este miedo en el cuerpo escogí a Emilia Pardo Bazán pensando que con ella no podía fallar, que seguro que triunfaba, ¡por favor, si es doña Emilia! ¡La mejor novelista española del XIX y principios del XX!... y aquí estoy, escribiendo la reseña sín saber muy bien qué os voy a decir, porque ni yo misma tengo muy claro si me ha gustado La sirena negra o no. Os cuento.

Gaspar de Montenegro es un madrileño de treinta y tantos años que se considera a sí mismo novio de la muerte. Está enamorado de la Seca, sus pensamientos son oscuros, negros, desesperados, pesimistas... umbríos sin ningún motivo ni nada que lo justifique de manera objetiva salvo la fascinación que siente por la parca. Toda esa atracción hacia la oscuridad es directamente proporcional al alto, altísimo concepto que tiene de sí mismo: se considera superior al resto de los mortales en todos los aspectos, los demás solo son puntitos insignificantes que mira desde su pedestal en las alturas, y no siente afecto o empatía por nadie. Cuando conoce a una mujer moribunda se hace su amigo del alma por el simple hecho de que la muerte lleva a esta pobre mujer de la mano, y cuando ella muere decide que su hijo (perfecto, precioso, hermoso, cariñoso) es digno sucesor de su regia figura, y decide quedárselo y criarlo como si fuera su propio hijo para que él sea lo que deje en este mundo tras su partida.

Este es a grandes rasgos el leitmotiv de la historia. Gaspar, que no solo es el personaje principal y absoluto sino que ejerce como narrador en primera persona de la misma, es odioso, completamente odioso de principio a fin, y está creado para ser odioso sin redenciones que valgan.

No queráis ver en el hecho de acoger a un huérfano solo en el mundo ningún acto de caridad o bondad, pues en algún momento llega incluso a decir que si ese niño fuese feo se las hubiese tenido que arreglar solo en la vida porque él no lo acoge ni en pintura (un niño feo no puede ser su legado en el mundo, un niño feo y mocoso no puede ser asociado a él). Gaspar no tiene sentimientos y se vanagloria de ello, menosprecia a todo el mundo y se vanagloria de ello, se ríe de la gente por su supuesta inferioridad y se vanagloria de ello. Trata temas profundos y universales como el suicidio, la soledad, la muerte, las relaciones personales, las convenciones sociales y la libertad individual que cada uno tiene el derecho a ejercer a la hora de amoldarse a ellas... pero su personalidad es tan tiránica y denigrante con respecto a los demás que, si tenemos en cuenta que la historia está narrada en primera persona y que, salvo algunos diálogos esporádicos, podría decirse que la trama es una reflexión introspectiva de este personaje de principio a fin, podéis haceros una idea del arduo viaje que supone este libro para el lector... resulta imposible no detestar a este señor en cada palabra que comparte con el mundo.

Hace unos meses os traje Thérèse Raquin, de Émile Zola, libro que dio comienzo al naturalismo en la literatura, y aunque la sinopsis engloba La sirena negra en este mismo movimiento, creo que bascula mucho más de manera evidente hacia el simbolismo y esoterismo (que también se nombran) que al naturalismo puro, del que yo creo que intenta desmarcarse durante toda la novela. de hecho, si tengo que buscar las características inherentes al movimiento las veo más representadas en los personajes secundarios que orbitan alrededor de Gaspar que en el propio personaje principal, y siempre como pinceladas... pero bueno, solo es una apreciación personal y puedo estar equivocada (seguramente lo estaré, vamos xD). El caso es que mis gustos van más por el naturalismo que por el esoterismo y el simbolismo, y en esta novela hay más de lo segundo que de lo primero.

Y dicho todo esto, llegados a este punto, a ver si consigo transmitir lo que me ha pasado con este libro. Si os hablo de sensaciones reales durante el proceso mismo de lectura, el resumen sería que este libro se me ha hecho cuesta arriba. Mucho. Me obligaba a dejar otros libros que estaba leyendo al mismo tiempo y que estaba disfrutando muchísimo más para avanzar en sus 150 escasas páginas porque quería terminarlo sí o sí, pero no porque realmente quisiera volver a esas páginas. Y el caso es que la historia me llamaba mucho la atención, pero buena parte de la narración en sí misma se me ha hecho pesada, con algún capítulo en el que de verdad que me dieron ganas de leer en diagonal y pasar al siguiente (no lo hice, mi conciencia no me lo permite). En definitiva, si me llegáis a preguntar qué me estaba pareciendo el libro mientras lo leía, la opinión hubiese sido bastante regulera.

Ha pasado una semana desde que terminé el libro, y llevo desde entonces intentando aclarar, separar y diferenciar esas sensaciones de las que hablaba antes, y mi conclusión es que, simple y llanamente, la historia en sí misma me parece genial pero no he disfrutado de la lectura. ¿Se puede decir entonces que te ha gustado un libro? Yo creo que no, pero tampoco puedo decir que no me haya gustado (soy una contradicción andante, lo sé). Aun así os confieso que mi sensación final sobre la novela ha mejorado bastante gracias a las últimas 40 páginas (en las que hay un cambio de escenario y circunstancias que favorecen mucho a la historia), y sobre todo gracias a un suceso hacia el final del libro que no vi venir y me pilló totalmente por sorpresa (el final en sí mismo, la última página, no me ha gustado, dicho sea de paso... no me vengas con esas después de todo lo que me has contado, Gaspar).

Soy consciente de todas sus virtudes, no puedo hablar mal porque no tengo motivo y además sería muy injusto, pero os engañaría si os dijese que me ha encantado solo porque parece que es lo que hay que decir por ser una obra de Emilia Pardo Bazán. Si tengo que quedar mal, quedo; lo prefiero a mentir. En fin, supongo que os ha pasado alguna vez eso de coger un libro al que sabes que objetivamente no le puedes poner ningún pero en la forma (el genio literario de esta señora es innegable y la riqueza de la narración indudable), que es considerado como representante de diversos movimientos literarios y que por tanto goza de gran importancia dentro de la literatura, que la autora es de esas a las que no se les puede poner pega alguna... pero que tú, como lector, no conectas con lo que te están contando por mil y una razones que se te escapan. Pues eso me ha pasado con La sirena negra.

Obviamente, y tratándose de una experiencia totalmente personal con la historia, ni recomiendo ni dejo de recomendar. Estoy segura de que para mucha gente La sirena negra será una obra formidable. Aun así, y en base a esa experiencia, sí me atrevo a hacer una afirmación: que para el lector habitual de Emilia Pardo Bazán la lectura de este libro será una lectura más (mejor o peor dentro de su obra pero sin más); sin embargo, para un lector novel en su primer acercamiento a la autora, no lo considero en absoluto el mejor comienzo. El caso es que tengo sus cuentos góticos en la estantería y no los he leído por no repetirme en temática en este nivel después de haber leído y reseñado Cuatro damas del misterio, pero estoy segura, segurísima, de que los voy a disfrutar mucho más que esta novela.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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