No existe el perdón

Una de las cosas que sí tenía clara acerca de aquellas organizaciones era lo que tan bien recitaba aquel dicho italiano: la sangre llama a la sangre. Si traicionas o engañas a un mafioso, ten por seguro que la muerte vendrá a ti; si sales de la mafia, lo harás dentro de una bolsa para cadáveres.

Los Ascione y los Rossi eran algo así como los Capuleto y los
Montesco: rivales desde el día que nació cada cosca. Por eso este plan
era el doble de delicado y peligroso que los demás; si algo salía mal, ya
podíamos darnos por muertos.

—Si supieras… Si te probasen que algo es cierto. Si tú supieras que
algo es cierto y mucha gente te dijese lo contrario, incluso… si te
amenazasen de muerte. ¿Harías lo que crees que es correcto? ¿Seguirías
la verdad, como hizo Galileo, o cederías ante las amenazas?