Sin ser una obra maestra, y alejándose de los estereotipos de la novela negra, resulta entretenida, sencilla y amena, sobre todo por su protagonista, un joven que, por un salario de doscientos y pico euros, acepta quedarse como becario en una agencia de detectives en verano. La narrativa en primera persona le otorga frescura y todo el humor dado el carácter del chico, que desobedece a la jefa y acepta un encargo. Si a eso le sumas Recasens, su acompañante, un “detective de la vieja escuela”, la mezcla es de lo más curiosa. Me gusta cómo el autor ha descrito Barcelona, bares emblemáticos de la zona de la Barceloneta, problemas sociales, políticos... y luego el misterio, claro, por el que sigues leyendo con curiosidad. al ser una novela corta, además, se lee en un día, dos... y del tirón. |