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Crítica de MegRaven


MegRaven
14 April 2019
Precisamente esta semana vi algo que llamó mi atención. Dos hombres, buenos amigos que llevaban mucho tiempo sin verse. A la hora de despedirse no hubo ni un abrazo, ni un gesto de cariño. Nada. Se estrecharon la mano con energía, como si se fueran a desencajar los brazos. ¿De dónde viene esa necesidad de enmascarar las emociones y pretender una frialdad que roza lo absurdo? Thomas Page no nació en el cuerpo de un hombre, así que en sus primeros años fue tratado como una mujer. Sabe lo que es que te miren y te traten de dos maneras muy opuestas, pero siempre cargadas de prejuicios. Cuando su cambio físico se hizo visible, los desconocidos le trataban de manera diferente y sus conocidos le daban consejos sobre cómo comportarse. ¿Por qué no podía seguir siendo la persona que era?

A pesar de tener claro desde muy temprana edad que era un hombre, en su infancia lo educaron para temer a los hombres en callejones oscuros, en las puertas de los bares o en coches solitarios. Nunca se planteó que existiera otra posibilidad, que a alguien no lo educaran para tener ese tipo de inseguridades. Sufrió acoso, rechazo, incluso la violación. Por supuesto, proyectarse al mundo como un hombre no iba a ser fácil, sobretodo porque ellos ya habían decidido que iban a rechazarlo.

Thomas se apuntó a un gimnasio, el lugar donde con más ferocidad conocería lo que es la masculinidad y cuánto les condicionaba. le dijeron que la debilidad y el miedo son rasgos impropios de los hombres. Más bien, rasgos "de mujeres y homosexuales". En el ring, todos los hombres luchan por demostrar que son hombres "de verdad", no solo él. Debían mantenerse firmes, fuertes, libres de vulnerabilidades. Pero Thomas, como transexual, libraba otro tipo de combate contra los estereotipos. Imaginad lo que es que te digan "Échale cojones" cuando sólo tú sabes que no los tienes. ¿Debía decirles que era trans? ¿Cambiaba eso algo?

Con el tiempo, hasta él fue consciente del sexismo que existe en la sociedad, pero también en sus propios comportamientos. Poco a poco fue dando mayor importancia o validez a las conversaciones con otros hombres. También por esa época, fue consciente de cuánto se había esforzado su madre por encajar y no intimidar a los hombres. Y de que su compañera de entrenamientos tenía que entrenar más duro que ningún chico solo para ser respetada como cualquiera de ellos. La realidad se abría paso frente a sus ojos.

Tal era su ejercicio de empatía que cuando salía a entrenar empezó a avisar de su presencia a mujeres solitarias para no intimidarlas, porque sabía lo que se siente cuando otro cuerpo se presenta ante ti como un arma, un enemigo. Los hombres, dice, tienen más posibilidades de pegarle a su esposa que a su jefe por mucho que lo odien. ¿Y eso cómo se explica? Por esa falsa creencia del sometimiento, de la propiedad, de ser superiores a alguien. Pese a inyectarse testosterona y sufrir sus cambios, no iba a dejar que el concepto que tenía de la masculinidad lo convirtiera en alguien violento y errático. Porque negarte una parte de ti mismo es lo que te vuelve peligroso.

Éste libro es más que una biografía, es un camino lleno de golpes (literales) en los que el combate pasa a ser metáfora de todas las experiencias que va conociendo en su vida. ¿Qué es la masculinidad? ¿Violencia, testosterona, un sentido depredador? No. Está en tu mano desmontar esos mitos. Y está bien ser como eres. Desmontemos los cuerpos y dejemos de verlos como hombres y mujeres. La realidad de nuestra identidad siempre estará ahí, y si queremos una sociedad igualitaria debemos empezar por abrazarnos a nosotros mismos. Me ha parecido una lectura muy necesaria y diferente a cualquier cosa que haya leído antes, porque abarca con gran humildad tanto sus errores como sus aciertos.

Boxear no le hizo ser más hombre de lo que era. Pero gracias a la gente de su entorno, los abrazos, los ojos morados, las lágrimas y todo el amor que sentía... sí que consiguió ser mejor hombre de lo que era.

El género no es una excusa. Todos tenemos responsabilidades, gente que nos necesita, momentos impresionantes de los que formar parte. No pasa nada por creer en la bondad, compartir responsabilidades, decirles a los nuestros que los necesitamos. Quizá algún día sea demasiado tarde y la culpa no será del género, sino de nuestra propia cobardía.
Enlace: https://elcuervodealasrotas...
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