Si un país o un sistema no te permite elegir donde quieres estar y vivir es porque ha fracasado. La fidelidad por obligación es un fracaso.
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Si un país o un sistema no te permite elegir donde quieres estar y vivir es porque ha fracasado. La fidelidad por obligación es un fracaso.
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Elías Ambrosius quería ser pintor para tener justamente aquel poder. El poder de crear, más hermoso e invencible que los poderes con los cuales unos hombres solían gobernar y, casi siempre, avasallar a otros hombres.
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Porque la historia, la realidad y la novela funcionan con motores diferentes.
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…viendo su obra, hubo algo que le resultó evidente: el arte es poder. Sólo eso o sobre todo eso: poder. No para dominar países y cambiar sociedades, para provocar revoluciones u oprimir a otros, es poder para tocar el alma de los hombres y, de paso, colocar allí las semillas de su mejoramiento y felicidad…
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Y, él lo sabía, los sueños, sueños son. Por ello, como otros viajeros inmóviles, se dedicó a recorrer el mundo a través de los libros, y se sintió satisfecho.
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…le pareció una conjunción que debía responder a una de aquellas trabazones de carácter cósmico de las que tantas veces le hablara el polaco Daniel Kaminsky a su hijo Elías. ¿Y esas cosas sucedían así porque sí o por alguna voluntad inescrutable?
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Si un país o un sistema no te permite elegir dónde quieres estar y vivir, es porque ha fracasado. La fidelidad por obligación es un fracaso.
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…los hombres no van a perdonarte. Porque la historia nos enseña que los hombres disfrutan más castigando que aceptando, hiriendo que aliviando los dolores de los otros, acusando que comprendiendo…, y más si tienen algún poder. Pero Dios es otra cosa: él encarna la misericordia.
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…[quien] se arriesga a sufrir la furia doctrinaria de otros hombres, que es, por cierto, la peor furia del mundo…, sólo puede hacerlo por algo que le gusta mucho.
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Aquellos concilios de practicantes fundamentalistas de la amistad, la nostalgia y las complicidades tenían el efecto benéfico de borrar los dolores, las pérdidas, las frustraciones del presente y arrojarlos en el territorio inexpugnable de sus memorias más afectivas, por amadas.
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10 negritos